viernes, enero 04, 2013

“La noche más oscura” (2012) - Kathryn Bigelow


Tras los trágicos atentados del 11 de septiembre de 2001, el líder terrorista de Al-Qaeda, Bin Laden, se convirtió en el Enemigo Público número uno de Estados Unidos. Y, en consecuencia, en el hombre más buscado sobre la faz de la tierra. Durante años, su paradero fue toda una incógnita, y los rumores acerca de su posible muerte fueron constantes (que si fue asesinado por uno de sus hombres, que si murió de cáncer de riñón, que si falleció durante un bombardeo yanqui…). Inesperadamente, en mayo de 2011 se informó de su muerte, ocurrida ésta en el transcurso de una acción militar secreta de la CIA. Ese mismo día, el propio Presidente de los EE.UU., Barack Obama, se dirigía a la nación para sacar pecho y confirmar su defunción. 

Ésta es la historia –o al menos su versión de los hechos- de cómo un obstinado grupo de la CIA localizó y eliminó al mayor enemigo del pueblo americano.

La película abre completamente a oscuras mientras se escuchan de fondo las conversaciones y los gritos de desesperación en las llamadas a los servicios de emergencia realizadas aquél fatídico 11 de septiembre de 2001, el mayor y más grave atentado terrorista sufrido en EE.UU.  El ataque, que dejó miles de muertos y heridos, golpeó duramente el orgullo de todo un pueblo y llenó de miedo, dolor y sufrimiento el corazón de millones de personas. La fragilidad y la impotencia de una nación se vieron plasmadas en los abatidos rostros de sus ciudadanos y gobernantes. Aquél ataque significó la clara declaración de guerra de los yihadistas hacia el pueblo americano, primero, y hacia el resto de occidente, después. 

Este es el punto de partida de una película que abarca, muy a grandes rasgos, los 10 años de investigaciones y torturas que se emplearon hasta conseguir dar caza al líder de Al Qaeda. Diez años repletos de batallas y muy escasas victorias. La guerra abierta entre unos y otros sigue vigente y, lo que es peor, sigue cobrándose víctimas año tras año (tanto civiles como militares). Pero en 2011 la CIA se anotó un tanto asesinando a su cabecilla, Bin Laden. Y la maquinaria de Hollywood ha reaccionado rápidamente al acontecimiento poniendo en marcha películas como la que nos ocupa (aunque ésta ya estuviera medio planificada con anterioridad), y cuyo objetivo no es otro que relatar el triunfo de esos hombres y esas mujeres que devolvieron el orgullo de ser americano a un pueblo tocado por el terrorismo. 

Y ahí tenemos a la oscarizada Bigelow, lejos ya de sus producciones estrictamente comerciales (y de alto voltaje, todo sea dicho), metiéndose en faena con un guión previsto, inicialmente, para relatar la infructuosa misión de un equipo de Black Ops destinados a acabar con Bin Laden, y que ha acabado siendo un historia con final feliz; un desenlace inesperado y que le vino como caído del cielo. 

El acontecimiento está fresco en nuestra memoria, por lo que la inmediatez juega a favor de la directora. Hay detalles que han salido a la luz, cierto, pero aún hay mucha verdad oculta tras esa operación, mucha información que desconocemos y otro tanto que seguramente se ha manipulado a conveniencia. “Zero Dark Thirty” pretende contarnos los entresijos de dicha operación y poner nombres (probablemente ficticios) a los agentes (analistas, soldados, etc.) que participaron directa o indirectamente en ella.


Quizás uno de los aspectos más significativos y que tantas ampollas ha levantado tanto en los círculos republicanos como en los demócratas, es que Bigelow muestre sin escrúpulos las torturas llevadas a cabo para tales fines. Y lo hace, en cierto modo, para demostrar cuán esenciales fueron éstas para alcanzar el objetivo fijado. 

Ni a republicanos ni a demócratas les ha hecho ni pizca de gracia tal revelación (y mucho menos a la propia CIA), máxime cuando en un momento dado de la cinta se nos muestra a un presunto miembro de Al Qaeda siendo torturado al tiempo que -empleando imágenes de archivo- Obama declara en televisión que América ya no practica tales métodos de “persuasión”.  Por ello, la película ha sido tachada de "extremadamente inexacta y confusa”. Puede que Bigelow haga apología de la tortura o puede que no; puede que “el fin justifique los medios” o puede que no; o puede que simplemente se limite a señalar una realidad cuyos implicados prefieran negar. En cualquier caso, aquí se sugiere “muy claramente” que buena parte del éxito de la misión es debido al empleo de tales métodos, y eso es un hecho que, contrastado o no, forma parte de lo que vemos a lo largo del relato. 

Tampoco es la primera vez que la directora se topa con la polémica (ya le ocurrió con “En tierra hostil”), y seguramente no sea la última a tenor del rumbo que ha tomado su carrera como cineasta.

Otro detalle interesante y seguramente polémico es que la operación final no parece fijarse como objetivo “capturar” a Bin Laden sino ejecutarlo, sin más. Y de esto también se hablo y debatió mucho en su momento: que si no hubo más remedio, que si fue un “accidente”, que si fue premeditado... Desde luego, la visión que parece querer ofrecer “Zero Dark Thirty” (título procedente de la jerga militar y que significa las 00:30, cuando los SEAL de la Marina asaltaron el escondrijo de Bin Laden) es que se va a lo que se va: a asesinar al terrorista, eliminando a quién se ponga por medio (excepto niños y mujeres, salvo que éstas últimas vayan armadas) y recopilar el máximo de información posible para derrocar a Al Qaeda. Capturarlo con vida para interrogarlo y/o juzgarlo no parece entrar en los planes de la CIA.

Pero polémicas a parte, la narración  resulta tan minuciosa y metódica como mecánica. El relato no está exento de acontecimientos dramáticos, pero los acercamientos al plano más sentimental caen en saco roto. El guión se preocupa más por los hechos que por los personajes, por lo que un servidor, como espectador, tampoco se preocupa por estos últimos. Con el personaje de Jessica Chastain (estupenda en su papel de dura agente) se realizan mayores esfuerzos para que veamos en ella a una “persona real”, pero ese tratamiento no termina de funcionar al 100%. En un punto culminante de la trama, el trabajo de Maya (Chastain) pasa a ser algo personal, casi como una vendetta que sólo puede terminar en lágrimas, ya sean de dolor o de alivio (o de ambas cosas). Pero la empatía con ella es cero. 

La dirección de Bigelow carece de la intensidad, el brío y el suspense que se le debe exigir a la cinta.  Como documento meramente informativo, resulta incuestionablemente interesante, pero como película en sí, resulta tan estimulante como las instrucciones de un lavavajillas. Un documental bien podría haber funcionado para el mismo fin, y puede incluso que mejor, dada la impersonalidad con la que se trata el tema. 


No se la puede tildar de ultrapatriotera, ni mucho menos (para eso ya están engendros como “Acto de valor”), pero tampoco de ser demasiado crítica o de posicionarse firmemente sobre el conflicto. Es una cinta que, aún con sus polémicas, resulta demasiado “limpia” y de fácil digestión. Incomoda lo justo, revela lo necesario y maneja el tinglado con una notable precisión técnica, pero no hay atisbo de emoción alguna en ella. Resulta interesante por lo que cuenta pero no por cómo lo cuenta.


En cuanto a la fiabilidad de la historia, ésta puede ser puesta en duda tanto como la de cualquier otra película basada en hechos reales. Para los amantes de las teorías conspiranoicas no será más que otra patraña producto de Hollywood. Para algunos, Osama Bin Laden ya estaba muerto mucho antes de su “ejecución oficial”, mientras que para otros aún sigue vivito y coleando. 

La lluvia de información en su momento (tanto la oficial como la facilitada por los medios más sensacionalistas) fue tan torpe y sospechosa (foto retocada del cadáver en la prensa, prisas por tirar el cuerpo al mar, etc.) que es difícil decidir en qué creer, así que cada cual se montará su propia versión de los hechos, sirviendo de muy poco esta película para esclarecer lo sucedido. 

Pero aquí está.  Te puede gustar más o te puedes gustar menos. La crítica estadounidense se ha rendido a los pies de Bigelow y alabado la película con todos los halagos posibles que permite su diccionario. En alguna parte leí que “Zero Dark Thirty dejaba en pañales a Argo”. No podría estar más en desacuerdo con semejante afirmación, e incluso le daría la vuelta. 

El proyecto más ambicioso de Bigelow se queda en un aprobado sin calado que, muy probablemente, coseche más premios y piropos de los que un servidor considera que se merece. Y es que a veces toca, sin pretenderlo, ir a contracorriente.


Lo mejor: Jessica Chastain.

Lo peor: la frialdad que rezuma toda la película y, por ende, la nula empatía con la historia y sus protagonistas.


Valoración personal: Regular-Correcta

5 comentarios:

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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manipulador de alimentos dijo...

'La noche más oscura' me ha dejado desconcertado. La peli se ve bien pero tras todo lo escuchado resulta decepcionante, dubitativa, irreal? Bigelow nos pretende convencer de un acontecimiento, basado en una gran mentira, de primera con una historia de tercer orden. Van a intentar borrar 'la gran mentira americana', con una mera demostración de fe sobre una cuestión de suerte, de meras estadísticas? Un saludo!

Anónimo dijo...
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Juan Gomez dijo...

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