martes, junio 23, 2009

"Corazón de tinta (Inkheart)", el poder de la palabra


Desde el abrumador éxito de “El señor de los anillos” (Oscars incluidos), son varios los estudios que han apostado por las producciones fantásticas de corte juvenil y/o infantil (aunque la obra de Tolkien quizás fuese más adulta de lo que aparenta), en un intento de repetir el logro –cinematográfico y taquillero- alcanzado por Peter Jackson. Desgraciadamente, ese potencial filón que los avispados productores encontraron se ha saldado con una abultada cantidad de películas mayormente decepciones y que en ningún caso han conseguido superar, igualar o tan siquiera acercarse al nivel de su mayor exponente en ésta década. Tan sólo el joven mago de J.K. Rowlin ha reventado las taquillas de medio mundo, y su alargada sombra parece perseguir y aplastar al resto de sus competidores.

Pero no siempre un decepcionante resultado económico se debe a la baja calidad de la cinta en cuestión. Sin ir más lejos, el excelente trabajo realizado en “Stardust” no se vio recompensado con una buena taquilla, sino más bien todo lo contrario. Otras, en cambio, fueron dignas merecedoras de ser un fracaso, como la mediocre Los Seis Signos de la Luz, que se saldó con terribles críticas (no era para menos), o la fallida La Brújula Dorada, que aunque quizás no fuera tan horrible como algunos la pintaron, fue uno de los fracasos más sonados del 2007, “provocando” que la New Line Cinema se fuera a pique. Algo similar al descalabro económico que supuso “La isla de las cabezas cortadas” para Carolco Pictures.

Las Crónicas de Narnia: El León, la Bruja y el Armario llenó las arcas de la Walt Disney, pero sus críticas fueron tan dispares que el público ya no picó con la secuela. Eso sí, gracias –es un decir- a otro estudio, la Fox, la saga no se quedará descolgada como le ha pasado a sus semejantes, y seguramente tendrá tercera entrega para regocijo de sus fans.

Otras producciones, más pequeñas y modestas en recursos e intenciones, han pasado más bien desapercibidas entre el público. Es el caso de Un Puente hacia Terabithia o Las Crónicas de Spiderwick, pequeñas películas algo más estimables (dentro de lo gastado que está el género) pero que no han tenido mucha repercusión.

Corazón de tinta (Inkheart) no tiene unas grandes pretensiones, pero ha costado 60 millones de dólares y de momento el público no parece lo suficientemente entusiasmado con el resultado, como para que la inversión resulte rentable.

La película está dirigida por Iain Softley (La llave del mal, K-Pax), y adapta la novela de mismo título escrita por Cornelia Funke, que fue un éxito inmediato cuando se publicó en 2003. Esta es la primera de una trilogía compuesta por un segundo libro titulado Sangre de tinta y un tercero, Muerte de Tinta. Desgraciadamente, si la carrera comercial de esta primera adaptación no mejora, me da a mí que las otras dos se quedarán sin su versión en pantalla.

La cinta nos cuenta la historia de Mortimer "Mo" Folchart (Brendan Fraser) y su hija de 12 años Meggie (Eliza Hope Bennett). Ambos comparten una gran pasión por la literatura, pero lo que la niña desconoce es que su padre tiene el don de hacer que los personajes de los libros cobren vida con sólo leer en voz alta. Pero no todo es tan bonito como suena, y por cada personaje de un libro que se trae a la vida, una persona real debe ocupar su lugar.

Tiempo atrás y sin conocer aún que poseía ese don, Mo trajo a nuestro mundo a unos malvados seres de fantasía, y su llegada significó la desaparición de su amada esposa.

Tras años de insatisfactoria búsqueda, por fin Mo ha logrado encontrar “Corazón de tinta“, el libro que leyó nueve años atrás y con el que podrá recuperar a la madre de Meggie. Desgraciadamente, Capricornio (Andy Serkis), el malvado villano que surgió de ese cuento, anda detrás de sus pasos y con unos intereses más perversos para con el libro. Mo, Meggie y un variopinto grupo de aliados, tanto reales como imaginarios, harán frente a Capricornio y a sus secuaces en una lucha repleta de seres mágicos.


Si películas como “Ed Wood” o “Cinema Paradiso” son cine dentro de cine, la novela “Corazón de tinta” es literatura dentro de literatura. A los personajes de la historia les gusta la lectura, por lo que la cantidad de referencias a otras novelas y cuentos es abultada. De hecho, podríamos considerar la obra de Cornelia Funke un cariñoso homenaje a la literatura fantástica. Y todo mediante el don de Mo, el personaje que aquí interpreta Brendan Fraser.
Desgraciadamente, pienso que a ese don se le podía haber sacado mucho más partido. Las posibilidades que ofrece el hecho de que los personajes u objetos de los cuentos puedan cobrar vida en el mundo real, es algo que da mucho juego, pero la película -y supongo que si es fiel, también la novela- no lo explota debidamente.

Algunas referencias son meramente anecdóticas o intrascendentes, mientras que gran parte de la atención se la lleva un único libro, El Maravilloso Mago de Oz, de L. Frank Baum (cuya adaptación musical, la de Victor Fleming, me encanta, dicho sea de paso). Es el libro al que más partido se le saca, pero quizás resulta demasiado reiterativo incidir siempre en sus páginas. Eso sí, el motivo de que sea este libro y no otro u otros, tiene por lo menos su justificación (SPOILER era el preferido de la madre de Meggie FIN SPOILER)

Otro problema es que los personajes no tengan una mayor consistencia o no estén lo aprovechados que debiera. Uno de los imaginarios, Farid, proviene de Las Mil y una Noches, pero su participación en la trama es tan trivial, que resulta de lo más prescindible. El personaje de la tía Elinor, interpretado Helen Mirren, tiene sus momentos, pero tampoco da mucho de sí. Y la madre de Meggie queda relegada al mero macguffin. Ella es el motivo que impulsa a los personajes a la acción, pero no es partícipe de ella. Es la mujer en apuros, y no hace nada más.

Por tanto, el foco de atención lo centran Mo, Maggie y Dustfinger (Paul Bettany), siendo el más interesante este el último por su ambigüedad, en el sentido de que pertenece a un bando o a otro según convenga. Esa dualidad lo convierte en el personaje más destacado e imprevisible, dentro de lo previsible que resulta todo. Es un tipo atormentado por la desgracia que le supone vivir alejado de su hogar; es un cobarde y un egoísta, que sólo piensa en sí mismo. Dustfinger además, se beneficia de la más que correcta interpretación de Bettany, que destaca un poco por encima del resto del reparto.


Brandan Fraser ya se está acostumbrando a este tipo de producciones infantiles y fantásticas, así que no le cuesta nada desenvolverse en el rol de padre aventurero. Gracias a Dios, esta vez se ahorra las payasadas a las que a veces recurre, y compone un personaje un poco más mesurado.

Quien pierde un poco el norte es Andy Serkis. Completamente histriónico y paródico en su actuación. Quizás es lo que pedía un villano de cuento y el actor lo haga aposta, pero su personaje está tan infantilizado, que en ningún momento supone un enemigo realmente amenazador. Juega con la ventaja del rehén, pero es más un malhechor de tres al cuarto.

El resto del reparto cumple correctamente con su labor. Eliza Bennett (Meggie) no resulta repelente ni odiosa, como ocurre a veces con los jóvenes protagonistas de este tipo de cintas. Y he llegado a la conclusión personal (muy personal), que son las niñas las que mejor componen este tipo de personajes. Me lo demostraron Abigail Breslin en “La isla de Nim”, AnnaSophia Robb en “Un puente hacia Terabithia” y Saoirse Ronan en “City of Ember”, por ejemplo. En cambio, sus homónimos masculinos me suelen sacar de quicio. Pero ya digo, que esto es una cuestión muy subjetiva.

La película podría haber sido mucho más imaginativa y desprender más magia de la que hace gala. Se hace entretenida, aunque empieza de forma un tanto apresurada, pierde un poco de fuelle hacia la mitad y recupera el ritmo en su tramo final. Precisamente, sus últimos 15-20 min. son los mejores y más intensos. No sólo porque haya un mayor y más espectacular despliegue de efectos especiales, sino porque también son los más emocionantes. Y emoción es precisamente de lo que carece el resto.

Corazón de tinta (Inkheart) es un correcto y blando entretenimiento familiar que probablemente entusiasme más a los peques que a los mayores. Y es que nada me quita esa sensación de que podía haber dado mucho más de sí; que el argumento ofrecía mayores posibilidades y caminos que explorar (quizás eso ocurra en las secuelas novelísticas).

Pedirle poco y/o llevarse a los críos, es la mejor manera de disfrutarla. Hace que añores tiempos mejores para la fantasía, pero agradeces que su resultado vaya acorde con sus pretensiones (ni muy arriba ni muy debajo de la media)

P.D.: Mención final al cuasi insignificante cameo de Jennifer Connelly, que hace de esposa de Dustfinger/Paul Bettany, su marido en la vida real.


Lo mejor: El personaje de Paul Bettany; el tramo final.

Lo peor: da mucho menos de lo que podía ofrecer; el villano.


Valoración personal: Correcta

miércoles, junio 10, 2009

Sin Título


En los últimos días he estado un poco alejado de la blogosfera. Habréis podido comprobar que no he respondido a los comentarios vertidos en mi última crítica y que tampoco he visitado los blogs de algunos de mis fieles lectores. El motivo es muy personal, y aunque no suelo airear mis asuntos privados en el blog, me he decidido a dar explicaciones para así dejaros más tranquilos (y por qué no, también para desahogarme un poco)

La semana pasada falleció mi padre y no tuve ni ánimos ni fuerzas para continuar con mis quehaceres diarios. He necesitado unos días de asimilación y de desconexión total de todo lo que me rodea. Pero ha llegado un punto en que debía tomar una decisión: o continuar encerrado en este mal trago o sobreponerme y seguir adelante. La segunda opción es la más difícil pero también la más realista.

La pasión por el cine me viene de mi padre, y por eso he decidido seguir con esta tarea que tantas satisfacciones me ofrece. Además, creo que me vendrá bien tener la mente ocupada.
Dicho esto, supongo que en breve me pondré manos a la obra con las actualizaciones. Tenía pendiente de colgar mi crítica de “Punisher: War Zone” (escrita desde hace semanas) y me hubiese gustado ver “Los mundos de Coraline” para daros mi opinión al respecto. Obviamente, todo esto se retasará un poco, pero intentaré, en la medida de lo posible, ponerme al día.

Gracias a todos por seguir ahí.


Saludos

martes, junio 02, 2009

"Terminator: Salvation" podría haber sido peor


Cuando nos enteramos de que la maquinaria de Hollywood planeaba una nueva franquicia de Terminator, la inmensa mayoría nos echamos a temblar (motivos no nos faltaban). Para muchos de nosotros, el nombre de ese letal cyborg seguía –y aún sigue- ligado exclusivamente a James Cameron; y sin él, sin su creador, las esperanzas de ver algo de calidad se reducen notablemente. Prueba de ello es la amada y odiada -más lo segundo que lo primero- tercera entrega de la saga o la prescindible serie de tv que recientemente ha sido cancelada.

Cuando supimos que el director elegido para tales menesteres iba a ser McG, responsable de esas dos infectas aberraciones de proporciones mastodónticas que fueron Los Ángeles de Charlie y su secuela, nuestros peores temores parecían hacerse realidad. Luego vino el fichaje de Christian Bale, imagino que para contrarrestar el pesimismo que el citado director causaba, y las aguas se calmaron un poco, aunque la sombra de la duda seguía inamovible sobre nuestras cabezas.

Entonces llegó un teaser tráiler que causó buena impresión a muchos de esos desconfiados (mientras otros permanecían/mos indiferentes), y a medida que se iba soltando más y más material, las impresiones hacia lo que McG nos estaba preparando, empezaron a tomar otro rumbo bien distinto. La esperanza se abrió paso entre la desconfianza, y la posibilidad de resucitar por el buen camino una franquicia que jamás debió ir más allá de dos películas, empezaba a resultar factible para algunos (para otros, la pirotecnia mostrada no era más que un cebo de dudosa fiabilidad)

Pues bien, la hora de la verdad ha llegado. Terminator: Salvation ha aterrizado en las pantallas estadounidenses y pronto la hará en las españolas. Por el momento, su acogida ha sido un tanto fría y decepcionante por tratarse de quién se trata, pero la última palabra la tienen los millones de espectadores que aún quedan por verla, pues si la saga continua, no hay duda que será gracias a la taquilla internacional (como muchos otros productos comerciales, para qué negarlo)


La historia del film transcurre en un post-apocalíptico 2018, en el que John Connor (Christian Bale), es el líder decisivo –y uno de los más apreciados- de la resistencia. Tras los acontecimientos de “El día del juicio final”, los humanos intentan sobrevivir como humanamente pueden (valga la redundancia), luchando encarnizadamente contra el temible ejército de Skynet, o bien escondiéndose de él. Pero el futuro que le espera a esos supervivientes no es nada alentador. Las máquinas cada vez dominan más terreno y los intentos de acabar con ellas se ven continuamente frustrados.

Una brecha de esperanza a la par que incertidumbre se abre con la llegada de un tal Marcus Wright (Sam Worthington), un extraño cuyo último recuerdo forma parte de un pasado casi olvidado. Connor deberá decidir si Marcus ha sido enviado para acabar con él o bien si es el aliado que necesitaban para poder derrotar, de una vez por todas, a Skynet.


Esta cuarta entrega de la saga es, en cuanto a su contexto se refiere, lo que debió haber sido la tercera. Mientras que aquella se limitó a repetir el esquema argumental de sus predecesoras pero, a gusto de un servidor, con muchísimo menos talento y peores resultados (y aún menos, imaginación), ésta se centra directamente en la guerra entre humanos y máquinas, situando la historia en ese futuro que ya se avecinaba en las anteriores entregas. Digamos que esa es su mayor baza, ya que da un paso al frente y desarrolla -o lo intenta- aquello que muchos deseaban ver y que Cameron nos mostró a modo de flashbacks en sus dos peliculones.

No obstante, este futuro post-apocalíptico ya no nos sorprende demasiado, ya que otras películas nos lo han mostrado con anterioridad, ya sea de una forma o de otra. Aún así, esa ambientación tan deudora de Mad Max, resulta convincente (no se esperaba menos de una superproducción), aunque no es tan opresiva como Cameron la imaginó (quizás también porque se sitúa un tiempo antes de la creación de los implacables T-800).

Este futuro es sucio y caótico, y el enemigo domina todos los terrenos posibles. Por tierra, mar y aire, Skynet reparte su ejército de máquinas, que va desde los arcaicos T-600 hasta gigantescos robots, pasando por motos o “gusanos” acuáticos, además de las ya conocidas patrullas aéreas (¿por cierto, donde han ido para los “tanques” y los lásers?) Tanto engendro mecánico no es más que un intento facilón de darle una mayor espectacularidad a una saga que se ha caracterizado sobre todo por la innovación técnica y por el fantástico diseño de sus robots. Obviamente, a día de hoy, poco hay que nos sorprenda, así que han optado por ofrecer al espectador mayor diversidad de máquinas con las que batirse en duelo. A fin de cuentas, el “Universo Terminator” puede ser, en ese aspecto, lo infinito que se quiera, aunque pienso que el robot gigante estaba de más (que sí, que está chulo, pero se me antoja demasiado avanzado respecto a sus compañeros T-600)

Con ese desolador escenario y con tanta máquina de por medio, la cinta parece que promete, pero hay ciertos lastres que le impiden ir un poco más allá del simple producto de acción que es.

Por un lado, tenemos una historia con unas ligeras pretensiones épicas y profundas que nunca se llegan a cumplir, básicamente porque sus personajes son planos o están desaprovechados, y la acción es tan continua que apenas nos da tiempo a sentir algún tipo de apego por alguno de ellos. No ayuda tampoco el hecho de que John Connor esté algo desdibujado y que haya cedido parcialmente su protagonismo al recién llegado Marcus Wright (Sam Worthington). Aquí Connor no sólo no es líder legítimo de la resistencia (recibe órdenes de unos superiores, aunque luego se las pasa por el forro, que para algo es quién es), sino que además la historia parece centrarse más en la figura de Marcus, algo que termina siendo un obstáculo para apreciar a ese Connor maduro y salvador de la raza humana que tanto ansiábamos ver personificado en la gran pantalla.

Esto es algo muy subjetivo, pero considero que Connor debió ser el centro de atención de la trama y el motor que la hiciese avanzar. El personaje de Marcus es interesante y en cierto modo se puede considerar como la única novedad provechosa que se han sacado de la manga los guionistas (la diversa parafernalia robótica es atractiva, pero nada meritoria a nivel argumental), pero su presencia eclipsa a uno de los personajes que más identifica esta saga.

Esa sensación a “secundario de lujo” se acentúa especialmente con el personaje interpretado por Bryce Dallas Howard, que de haberlo eliminado del guión, éste apenas se hubiera echado de menos. La intervención de la actriz y por ende, su personaje, quedan totalmente desaprovechados. Es de suponer que ésta cobrará mayor relevancia en las secuelas venideras, pero no es excusa para no haberle dado un papel más amplio, sobre todo teniendo en cuenta el rol que desempeña.

Sorpresón al encontrarme al viejo Michael Ironside, puesto que no sabía de su participación en el film, aunque lamentablemente, es otro de los desaprovechados del guión.

El más destacable del reparto quizás sea Anton Yelchi, ya que Bale no deja de estar meramente correcto (tampoco puede hacer mucho con lo que le han escrito, por lo que Edward Furlong sigue siendo el mejor John Connor de la saga, y por méritos propios y ajenos) y el tan cacareado Worthington está algo sosete. Ignoro que habrá visto Cameron en él, pero siendo ésta su carta de presentación al público (luego lo veremos en “Avatar” y en el remake de “Clash of the Titans”), deja bastante que desear.

Moon Bloodgood no es la chica de la peli, porque no la hay, aunque su personaje es al que le han sacado más partido. Eso sí SPOILER la relación con Marcus resulta forzada y metida con calzador FIN SPOILER

Lo de Helena Bonham Carter casi podría considerarse un mero cameo.

Por tanto, queda claro que desarrollar los personajes no es el fuerte de McG, y por ello el director pone toda la carne en el asador cuando se trata de rodar las secuencias de acción; bastante espectaculares y trepidantes en su mayoría, aunque alguna que otra, excesivamente mareante. Los efectos especiales son solventes y ayudan a darle credibilidad al asunto, si bien son pocas las escenas que quedarán para el recuerdo.

La nostalgia es un factor clave que han tenido muy en cuenta los guionistas, así que al ya conocido cameo digital de Schwarzenegger se le une un repertorio de frases ya conocidas que han sido pronunciadas a lo largo de la saga por sus protagonistas, y que aquí se reparten Bale (Connor), Worthington (Marcus) y Yelchi (el joven Kyle Reese; Michael Biehn en la original) para sacarle una sonrisa al espectador más cómplice.


La banda sonora de Danny Elfman es bastante adecuada, con sonidos estruendosos, contundentes y metálicos. Realmente enérgica (más de la que lo son las imágenes), pero que recicla un poco de la partitura de Brad Fiedel (compositor de las de Cameron, para el que no lo sepa o no recuerde). Así es como parte de la theme clásica de Terminator se deja entrever al final de los créditos iniciales (para eso, o la incluyes entera o no la incluyes) y también cuando aparece por primera vez el T-800, que probablemente sea el momento cumbre de la película, por no decir el único realmente emocionante (por la nostalgia más que por otra cosa). Claro que no deja de ser un rostro digitalizado del verdadero Chuache, así que aunque parece que se lo han currado, no deja de resultarnos demasiado artificial (un animatrónic quizás hubiera quedado un poco más creíble)

Por tanto, esa falta de intensidad, de emoción y de calado en los personajes, se intenta amortiguar o directamente suplir con un no parar de explosiones y persecuciones. Acción por un tubo y millones de dólares invertidos para darle empaque de blockbuster veraniego. En ese sentido, los más conformistas o menos exigentes, se darán por satisfechos. Como película de acción y entretenimiento cumple de forma aceptable aunque no muy entusiasta (nada nuevo bajo el sol). Como película de Terminator no avanza mucho en la trama (nos quedamos tal cuál estábamos), y más bien parece un acelerado aperitivo de lo que puede ser el resto de la franquicia. Se asientan las bases de esta presumida nueva trilogía, así que lo mejor es ir con las expectativas bajas para no llevarse ningún chasco. En mi caso, no las tenía todas conmigo y después de su mejorable taquilla y las terribles críticas, esperaba encontrarme algo muchísimo peor de lo que finalmente he presenciado. Aún así, considero que el único que puede sacarle verdadero jugo a Terminator y regalarnos un buen peliculón es James Cameron, pero al menos McG y su equipo no se han suicidado en el intento (aunque habrá opiniones de todo tipo)

Mejor que “Terminator 3: La rebelión de las máquinas” (de calle), aunque sigue quedando lejos de lo ofrecido en las dos primeras. Dicho esto, si sois de los que disfrutaron con la tercera, ésta cuarta no debería ser menos.


Lo mejor: funciona como entretenimiento post-apocalíptico.

Lo peor: personajes planos, poco desarrollados o incluso desaprovechados; el protagonismo de Marcus en detrimento de John Connor.


Valoración personal: Correcta