jueves, julio 31, 2008

"WALL·E", aventura robótica

Si los genios de Pixar son los reyes indiscutibles de la animación 3D no es sólo por su calidad técnica sino también por la inimitable calidad de sus historias. Historias cuidadas hasta el mínimo detalle, elaboradas con buen gusto y sobretodo con cariño, siendo la recaudación en taquilla un elemento secundario -aunque importante, claro- en la concepción de las mismas.
En Pixar además, se procura llegar al alma del espectador sin necesidad de recurrir a fórmulas facilonas o recursos ya conocidos, y Wall-E es el perfecto ejemplo de ello.

Con su nueva trabajo, la productora ha conseguido superarse, creando una película que destila encanto e imaginación en cada uno de sus fotogramas y sin apenas usar diálogos. Esto último puede echar para atrás a muchos espectadores, pero debo advertir que sería un grave error perderse esta joyita por culpa de unos prejuicios tan absurdos.

No hay duda que es una apuesta arriesgada, pero eso no implica que se haga dificil de ver para el espectador común, sino todo lo contrario, pues resulta imposible imaginar que su ternura y su trasfondo crítico/reflexivo no encandilen hasta el más incrédulo.


Cerca del siglo XXII, la Tierra no es más que un vertedero inmenso en el que no hay apenas rastro de vida y sí toneladas y toneladas de basura.
WALL·E (Waste Allocation Load Lifter Earth-Class) es un modelo de robot cuya misión no es otra que limpiar toda esa porquería para hacer de la Tierra un lugar, de nuevo, habitable. Tal es la cantidad de escombros que la tarea de los robots parece interminable, y conforme han ido pasando los años (cientos y cientos de años), tan sólo ha quedado un sólo robot en pie.
Este último ejemplar de la serie WALL·E ha terminado por desarrollar, con el paso del tiempo, características y sentimientos humanos tales como la curiosidad, el miedo, la ilusión o la añoranza. Aún así, WALL·E sigue realizando sus habituales tareas de limpieza, pero además recolecta y colecciona objetos, escucha música, vé películas y hasta ha hecho amistad con un pequeño insecto. Pese a eso, nota que le falta algo, y es que en la inmensidad del planeta, a nuestro simpático robotito le invade un inevitable sentimiento de soledad.

Todo cambia con el inesperado aterrizaje de una enorme nave de cuyo interior sale una robot sumamente avanzada, de nombre EVE (Extraterrestrial Vegetation Evaluator), que WALL·E nunca antes había visto. El temor pero también la curiosiad ante lo desconocido, hace que finalmente ambos robots acaben relacionándose entre sí, cimentando lo que parece el inicio de una bonita amistad. Aunque para WALL·E, más que amistad, lo suyo ha sido un flechazo a primera vista.

Sin embargo, una vez cumplida la misión de EVE (no desvelaré cuál), ésta es recogida de nuevo por la nave nodriza, por lo que nuestro metálico protagonista no dudará ni un momento en subirse a la nave para estar con su nueva amiga, embarcándose así en una pequeña odisea por el espacio exterior en busca del amor que siempre ha buscado y que parece que por fín ha encontrado (que bonito me ha quedado eso)


Podríamos decir que la película se divide en dos partes claramente diferenciadas. Por un lado, tenemos un primer tramo que funciona a modo de presentación de los protagonistas principales y en la que apenas hay diálogos. Este primera parte nos permite conocer las inquietudes del simpático WALL·E, un robot cuyo aspecto nos recuerda irremediablemente al Johnny 5 de “Cortocircuito”. Por si el afable aspecto no fuera sufciente, además éste se comporta de tal forma que es imposible no encariñarte de él. Sus gestos, su forma de interactuar con otros personajes, su estilo de vida y el como afronta ciertas situaciones hacen de WALL·E un personaje entrañable desde el minuto uno.

Estos primerizos minutos nos permiten observar también el desastroso aspecto que tiene la Tierra desde un visión distópica que cada vez se nos antoja más probable, sobretodo si tenemos en cuenta la degradación/destrucción continua a la que sometemos nuestro querido planeta.

Y para terminar con la presentación tenemos a EVE, cuya misión en la Tierra no ha hecho nada más que empezar. Todo se complicará más de lo debido y la ayuda de su nuevo amigo será indispensable para alcanzar el éxito, pese a ser ella un robot mucho más avanzado y mejor preparado para tales menesteres.


En lo que respecta al segundo tramo, este nos muestra a los últimos supervivientes de la raza humana viviendo en un lugar alternativo (e idílico) mientras esperan que la Tierra vuelva a estar limpia. No desvelaré cuál es ese lugar ni cómo es su nueva vida (es mejor descubrirlo cuando uno acuda a la sala de cine), pero sí hay que hacer incapié en la ácida crítica que Andrew Stanton (director y guionista) ha realizado sobre el consumismo de la sociedad y nuestra, cada vez mayor, dependencia de la tecnología. Dos aspectos que junto al evidente mensaje ecologista que transmite el film, conforman una historia constructiva y altamente reflexiva.

Por lo demás, el resto de la cinta resulta ser una ingeniosa e imaginativa aventura robótica entre WALL·E, EVE y el resto de personajes que van apareciendo en escena.
El elemento que desencadena la trama es casi un macguffin ideado para que nuestros protagonistas se vean enfrascados en una carrera llena de obstáculos en la que, por supuesto, se irán estrechando sus lazos. De su llegada o no a la meta final dependerá el futuro de toda la humanidad.

Además del citado parentesco entre WALL·E y Johnny 5, el film de Pixar no duda en incluir otras referencias cinéfilas que el espectador seguramente reconocerá con facilidad. Entre ellas, un homenaje casi continuo -a lo largo del tramo final- a “2001: una odisea en el espacio” de Kubrick, incluyendo incluso la archiconocida canción “Also sprach Zarathustra” de Richard Strauss; o el parentesco de una escena con el “Titanic” de James Cameron o, si me apurais, con “La aventura del Poseidón”.

A todo esto hay que añadirle un imaginativo diseño de personajes y de ambientes, y una increible capacidad para contarnos tanto con tan poco, siendo lo meramente visual/gestual el motor de la historia. Por no hablar de unas deliciosas canciones (La Vie en Rose de Louis Armstrong, por ejemplo) que a ratos nos acompañan en esta agradable aventura robótica.

Con “WALL·E”, el espectador asiste, ante todo, a una bonita y tierna historia de amor entre dos robots humanizados. Una historia que divierte en unos momentos y emociona en otros, desprendiendo siempre un sabor a clásico atemporal. Una verdadera delicatessen apta para todos los paladares.


Lo mejor:
WALL·E

Lo peor: que el público le pueda dar la espalda por sus escasos diálogos.


Valoración personal:
Muy buena

miércoles, julio 23, 2008

"El Caballero Oscuro", vigilante nocturno


La primera vez que ví “Batman Begins” debo reconocer que no me gustó nada. La resurrección del personaje en manos de Christopher Nolan no era la que yo esperaba.
Con la llegada, tres años más tarde, de ésta su secuela, no me quedaba otra que darle una nueva oportunidad para poder afrontar el visionado de “The Dark Knight” lo menos condicionado posible. Tras un segundo visionado y pese a no disgustarme, sigo considerando Batman Begins una película altamente sobrevalorada, ya que para mí no deja de ser un film bastante correcto. Claro que viendo como hundió Joel Schumacher al personaje, no es de extrañar que una película como aquella fuera tan bien recibida por los fans.

Dicho esto, mi predisposición con esta nueva entrega del murciélago justiciero era bastante neutral. Ni esperándola con los dientes largos ni afilando los cuchillos para machacarla. Pasara lo que pasara, poco me importaba ir a contracorriente, aunque tantos halagos desde el otro lado del charco no hacían sino picarme aún más la curiosidad y, en cierto modo, empezar a temer por mi pellejo en caso de tener que hacerle una crítica negativa.

Por suerte, puedo decir que mi pellejo ya no corre ningún peligro porque The Dark Knight es una secuela superior a su predecesora en todos los aspectos, con lo cual resulta dificil buscarle los “peros”.


En la ciudad de Gotham un nuevo y temible delincuente trae de cabeza a la policía. Su nombre es Joker (Heath Ledger), y está dispuesto a sembrar el caos con sus actos delictivos y a sumir Gotham en las tinieblas. Solamente existe un rival que pueda plantarle cara a este lunático de aspecto tétrico, y ese es Batman, el nuevo guardián que vela por la seguridad de los ciudadanos.
Con la ayuda del íntegro teniente Jim Gordon (Gary Oldman) y del emergente Fiscal del Distrito Harvey Dent (Aaron Eckhart), Batman decidirá capturar al Joker y terminar de una vez por todas con el crimen organizado de la ciudad.
Pero nuestro héroe no contaba con la gran astucia de su nuevo enemigo y pronto se verá envuelto en una encrucijada de la sólo podrá salir tomando una serie de difíciles decisiones.


Si en “Batman Begins” Bruce Wayne debía afrontar sus miedos y proyectarlos hacia la figura justiciera de su Batman, en “The Dark Knight” éste deberá replantearse su condición de (super)héroe y hacer frente a las consecuencias que provoca su, no siempre agradecida, presencia en Gotham.
Esta es una cuestión habitual en las películas de superhéroes, dado que el peso de llevar una doble vida es muy grande y casi siempre las relaciones sociales y personales de sus alter egos suelen verse profundamente afectadas, o mejor dicho, sacrificadas.

Batman está haciendo limpieza en Gotham pero las cosas se lo complican con la llegada del Joker, un tipo que a diferencia de nuestro héroe, carece de principios.
La eterna batalla del bien y del mal se ve representada en estos dos personajes, siendo uno la antítesis del otro. Y por supuesto, la ciudad es demasiado pequeña para dar cabida a los dos.
El duelo traerá importantes consecuencias tanto para nuestro protagonista como para todos los que le rodean.


Los hermanos Nolan y David S. Goyer han ido un paso más allá de lo que podemos entender como película de superhéroes. De hecho, le han dado una nueva dimensión, algo que ya se apreciaba en la primera parte de este “borrón y cuenta nueva” de la franquicia.
Los tres han creado un guión sólido, inteligente y maduro. Tres calificativos que juntos dificilmente pudieramos adjudicárselos a una película de superhéroes sin originar la disparidad de opiniones entre el público y la crítica. En cambio, este es un caso de -por el momento- unanimidad, ya que es dificil no deshacerse en halagos ante una propuesta tan seria, adulta y profunda, y la vez tan tremendamente eficaz en su vertiente más comercial.

“The Dark Knight” se puede clasificar más adecuadamente como un thriller policiaco cargado de connotaciones morales, y es que si no fuera por las apariciones de un Wayne embutido en su traje de murciélago, no tendriamos la sensación de estar presenciando la adaptación de un personaje de cómic. Y probablemente ahí radique la grandeza de esta película, ya que pocas veces se ha tratado a un superhéroe de la forma en la que lo ha hecho Nolan.

La trama se desarrolla sin prisas pero sin pausas y haciendo funcionar el cerebro del espectador a cada paso que héroes y villanos dan. No hay momentos de bajón ni situaciones de relleno, ya que todo está calculado al milímetro para llevar a cabo una historia bastante compleja y densa que además viene cargadita de sorpresas (cuando crees saber lo que va a ocurrir, resulta que luego sucede algo que realmente no te esperabas)

El guión profundiza mayormente en los personajes interpretados por Bale (Wayne), Ledger (Joker) y Echkart (Dent), quedando el resto (Maggie Gyllenhaal/Rachel Dawes/ y Gary Oldman/Gordon) en un segundo plano, aunque sin restarles importancia en la trama.
Y sobre las actuaciones de los mismos, hay que destacar primeramente la extraordinaria interpretación del malogrado Heath Ledger, que logra lo que pocos pueden: hacer que olvidemos al actor y veamos al personaje. El Joker de Ledger es pura maldad. Produce temor y perturba los sentidos. Es el caos en una ciudad que le brinda la oportunidad de desatar su crueldad, su demencia y su inmoralidad. El antagonista perfecto para rivalizar con nuestro superhéroe.

Bale cumple de nuevo con su papel, algo que todos ya dabamos por sentado. Y junto a él, repite muy correctamente y más contenido de lo habitual, Gary Oldman, que aquí consigue un mayor protagonismo respecto a la primera entrega.

Aaron Eckart otorga firmeza y carácter a Harvey Dent. Y a diferencia de los demás, debe transmitir al espectador dos visiones muy distintas de un mismo personaje: el que quiere vencer al mal y que el acaba sometido a él. Ni que decir que en ambos casos cumple de sobras.

Y otra nueva incorporación es Maggie Gyllenhall sustituyendo a la insulsa Katie Holmes en el papel de Rachel Dawes. Esta vez su personaje tiene más que decir gracias a que detrás de él hay una mejor actriz, si bien la dificultad que conlleva éste no es equiparable al de sus compañeros de reparto.

Morgan Freeman y Michael Caine como Lucius Fox y Alfred, respectivamente, son los que más peso pierden en la historia, aunque no por ello dejan de ser necesarios (y estar bien interpretados)

También aparece un villano ya conocido, aunque su presencia es más bien anecdótica y responde más a motivos explicativos (en relación a Batman Begins) que a argumentales (poco o nada tiene que ver con esta nueva historia)
La película ofrece, además de una intriga policial perfectamente desarrollada y adictiva, unas escenas de acción cuidadas y algunos -aunque pocos- momentos cómicos, propiciados mayormente por los ingeniosos diálogos entre Bruce Wayne y su mayordomo Alfred.

Quizás se le pueda pedir más espectacularidad e incluso mucha más acción -aunque hay la suficiente-, pero la trama en sí engancha tanto que ya poco nos importa la cantidad de ostias que reparta Batman o cuál será el nuevo gadget que utilizará para salvar la situación.
Ahora lo que importa es el fondo y no el revestimiento; los psicología de los personajes y no su caracterización; la resolución de los hechos y no la espectacularidad con la que se resuelven. Y lo que hayais visto en los trailers no es ni la mitad de lo que las dos horas y media de metraje os va a ofrecer.


Probablemente estemos ante la mejor película de superhéroes que se haya hecho hasta el momento, ya que ha sido capaz de conjugar el espectáculo de una película de género con la solidez de un guión complejo e inteligente.
El cierre de la misma propicia perfectamente una tercera entrega, aunque es lo suficientemente concluyente como para no tener la sensación de habernos dejado a medias.
Superar el listón va a ser muy pero que muy dificil, pero si ya lo han hecho una vez, no debemos poner en duda que puedan volver a hacerlo.

The Dark Knight es lo que a una película de Batman deberiamos exigirle... y más.


Lo mejor:
Heath Ledger y Aaron Eckart; la trama a modo de thriller policial

Lo peor: un villano (El Espantapájaros) un poco fuera de lugar.


Valoración personal: Muy Buena

martes, julio 22, 2008

"Superagente 86", menos risas, mismo entretenimiento


Si las películas basadas en videojuegos suelen ser mayormente desastrosas, las que adaptan seriales de antaño desde luego no son mucho mejores.
Series de tv como “Los Vengadores”, “Los Ángeles de Charlie”, "Starsky y Hutch” o “Los hombres de Harrelson” han sido objeto de abominables adaptaciones que harían que los creadores de las susodichas se dieran de golpes contra la pared (y también sus espectadores/fans)

Superagente 86”, que es tal como se conoció en nuestro país “Get Smart”, fue una serie estadounidense de mediados de los 60 que parodiaba la figura del espía secreto- y concretamente, al famoso James Bond- con un humor cazurro e inocente. Mel Brooks, experto en parodias como “El jovencito Frankenstein” o “La loca historia de las galaxias”, creó esta exitosa serie junto a Beck Henry, y juntos hicieron reir a carcajadas a millones de espectadores durante los cinco años que duró su emisión en pantalla -sin contar las continuas reposiciones nacionales e internacionales-, contando con un estimable reparto encabezado por el inolvidable Don Adams como el despistado Superagente 86, Barbara Feldon como su eficaz compañera la Agente 99 y Edward Platt como “el Jefe” de la agencia C.O.N.T.R.O.L.

En su momento la serie ya tuvo sus pertinentes largometrajes, pero no nos extraña que dada la imperante escasez de ideas actual, Hollywood haya abierto de nuevo el baúl de los recuerdos para sacarle jugo a un producto que ahora regresa a la gran pantalla adaptándose convenientemente a los nuevos tiempos.

La agencia gubernamental “C.O.N.T.R.O.L.” ya no es tal como la conocíamos. Los tiempos han cambiado y la tecnología ha evolucionado. El zapatófono es un intrumento obsoleto si tenemos en cuenta que ahora nos comunicamos con diminutos -comparados con aquel zapatazo- teléfonos móbiles que incluso pueden usar auriculares para nuestra mayor comodidad.

Pero hay cosas que nunca cambian y la secreta agencia americana (una evidente parodia de la CIA) sigue encargándose de salvaguardar la seguridad de todo un país, intentando evitar o corregir cualquier amenaza venga ésta de dónde venga. Y por supuesto, entre sus prioridades está controlar los movimientos de la agencia enemiga K.A.O.S., que al igual que ésta, sigue activa y haciendo de las suyas.

Las dos agencias volverán a enfrentarse de nuevo cuando el despiadado Siegfried (Terence Stamp) deje fuera de juego a C.O.N.T.R.O.L., infiltrándose en su base de datos y dejando al descubierto las identidades de todos sus agentes secretos para poder así llevar a cabo una pequeña exhibición de la capacidad de destrucción que tienen sus misiles; misiles que han sido vendidos a grupos terroristas y que se activarán si el gobierno estadounidense no cumplen con sus exigencias (económicas, por supuesto)

La solución para detener los planes de Siegfried pasa por infiltrar a un nuevo agente, Max Smart alias Superagente 86 (Steve Carell), un analista de la agencia deseoso de dejar los despachos y pasar a la acción de campo. Pero Smart no estará sólo, ya que para esta arriesgada misión contará con la ayuda de la experta Agente 99 (Anne Hathaway). Juntos deberán detener a Siegfried para que no lleve a cabo su maquievélico y ambicioso proyecto.


Si pienso en la serie original y en su protagonista, no se me ocurre nadie mejor para encarnar a este nuevo Superagente 86 que el cómico Steve Carell. Su competencia está comprobada y físicamente encaja a la perfección.
Carell realiza una interpretación muy correcta del agente Maxwell Smart, mostrándose patoso y atolondrado pero siempre procurando caer simpático al espectador. El actor evita muecas innecesarias, de modo que su personaje resulta gracioso por su aparente serenidad y su innata torpeza, y no por llegar a extremos histriónicos como hacen otros cómicos.

Como la Agente 99 tenemos a Anne Hathaway, actriz a la que nunca he prestado demasiada atención hasta hoy. No sólo se desenvuelva con soltura en su papel sino que también desprende sensualidad por cada poro de su piel.
Aquí el personaje dista un poco de la ingenuidad con la que se trataba en la serie original. Ahora tenemos a una Agente 99 mucho más dominante y de armas tomar. Y si en los 60 ésta era bastante recatadita, aquí no se corta ni un pelo en aprovechar sus encantos de mujer para seducir o dejar K.O. a sus rivales (y de paso, subirle la testosterona a un servidor)

Sobre los secundarios nada que objetar, ya que todos cumplen con su rol. Desde los veteranos Alan Arkin y Terence Stamp como “El Jefe” y Seigfred”, respectivamente, hasta Dwayne Johnson (ya sin el postizo The Rock) como el Agente 23, que por mucha condición de action-man que tenga, hay que decir que el tío se defiende bastante bien delante de las cámaras (no se puede decir lo mismo de otros de su misma condición)


En general, el humor de la cinta es bastante simplón y en algunos momentos casi de parvulario (sólo faltaba una piel de plátano que propiciara el típico y desafortunado resbalón). Tira de chistes fáciles que a veces resultan efectivos y otras demasiado insulsos. Quizás por ello han decido también postar por unas buenas dosis de acción, como si de un film del propio James Bond se tratara, aunque sin su misma espectacularidad, claro. En ese aspecto, no hay nada en ella que no hayamos visto antes, pero la secuencia final está bastante conseguida, siendo realmente trepidante sin que la parte cómica se resienta.

Por tanto, “Superagente 86” no es ni más ni menos que un producto de fácil digestión con el que pasar un rato entretenido sin más, aunque quizás con hora y media hubiera bastado. Probablemente no os riais a carcajadas (me reí el triple con el panda de Dreamworks) pero quizás sí que os saque alguna risa y bastantes sonrisas, sobretodo gracias a sus guiños, que son bastantes. Considero que su humor no está a la altura de la serie original (o eso dicen mis recuerdos) pero sí se trata de una adaptación bastante decente y honrosa, que ya es decir mucho.

A los que espereis un simple entretenimiento, os parecerá una película correcta; a los que espereis que esté al nivel de la serie, quizás se os antoje un tanto floja (algunos de los mejores gags estaban en el trailer).


Lo mejor: sus protagonistas; que sea respetuosa con la serie original

Lo peor: un humor bastante tópico e infantiloide, la mayoría de veces


Valoración personal: Correcta

domingo, julio 20, 2008

"Hancock", un superhéroe diferente


Alcohólico depresivo, maleducado, engreído, desaliñado y fastidioso. Así es John Hancock, un hombre cuyos superpoderes se han convertido en un gran incordio para los habitantes de Los Ángeles. Y es que cada vez que Hancock interviene para resolver algún asunto y así dar buen uso a sus increíbles facultades, éste no hace otra cosa que empeorar la situación, provocando así la ira de los ciudanos.

En su última y desastrosa intervención, nuestro peculiar superhéroe salva la vida de Ray Embrey (Jason Bateman), un asesor de imagen que, agradecido por evitar su muerte, decide ayudarle a cambiar la imagen negativa que la gente tiene de él. En un primer momento Hancock rechazará el ofrecimiento, pero pronto se dará cuenta de que esa es la única manera que tiene para mejorar como persona y para conseguir que la gente lo acepte como el héroe que realmente debería ser.
Dicho y hecho, Embrey y Hancock se ponen manos a la obra en este lavado de cara, aunque no será tan fácil como ambos esperaban, y menos teniendo a la mujer del primero (Charlize Theron ) en contra de Hancock.


Nadie pone en duda que actualmente Will Smith es uno de los mejores y más versátiles actores de Hollwyood. Y no sólo eso sino que es el úncio que arrastra en masa al público, haga la película haga, sea del género que sea. Ahí esta sino “En busca de la felicidad” para demostrar que no sólo arrasa en taquilla con sus films más comerciales sino también con todo lo que lleve su nombre impreso en un cartel de cine.

Con la incipiente e imparable moda de trasladar todos los superhéroes habidos y por haber del mundo del cómic a la gran pantalla, Smith no podía dejar pasar la oportunidad de subirse al carro con un buen blockbuster. Pero eso sí, la forma de hacerlo ha sido mediante un personaje creado exclusivamente para la película, sin referente comiquero y con un tratamiento más cómico y paródico de lo habitual.

Los guionistas Vince Gilligan y Vincent Ngo crean a Hancock, un superhéroe con problemas con alcohol, amargado por su condición de héroe pero incapaz de cumpirla como es debido. Sólo un asesor de imagen podrá cambiar la impresión que tiene el público de él y así poder reconciliarse con todos aquellos a los que directa o indirectamente ha perjudicado.

La película del actor y director Peter Berg empieza de forma trepidante, con una persecución autmovílistica que ni Michael Bay hubiera firmado de forma tan incomprensiblemente mareante (qué manía la de hoy día de rodar las escenas de acción sin que el espectador se entere de lo que está ocurriendo). En ella no sólo hay tiroteos y explosiones sino también unas buenas dosis de humor, humor que se extiende a lo largo de los primeros 45 min. del film y que casi desaparece por completo en los minutos restantes.
Y es que ahí radica uno de los grandes problemas de la película de Berg. Vender un producto que promete acción y humor a raudales para convertirlo luego en un drama superheroíco que resulta chocante e incongruente con el resto. Y salvo contadas veces, incluso ese humor no llega a ser nunca tan gamberro y desvergonzado como el trailer nos hizo creer.


Podemos decir que la primera mitad es bastante prometedora, con gags cómicos continuos y unas cuantas escenas de acción bien rodadas y realizadas con unos efectos especiales competentes, aunque 150 millones de presupuesto se nos antojen excesivos para lo que vemos (la mitad se habrá ido en el sueldo de sus estrellas principales) Sin embargo, todo cambia en la segunda mitad del metraje, donde el humor disminuye y se torna más light que en su inicio.
Un giro inesperado en la trama que, reconozcámoslo, ayuda a mantener el interés en una historia que parecía que no daba más de así y que iba a venirse a bajo en cualquier momento, convierte los siguientes 45 min. en algo mucho dramático, que no por ser más profundo molesta, sino por parecer metido con calzador en una película cuyo tono no parecía que fuese a ir por ese camino.

Da la sensación que como espectadores, asistimos a dos películas totalmente diferentes metidas en una sola. Y no es que una parte sea mejor o peor que la otra, sino que simplemente nos desorientan, ya que pasamos de las risas a las lágrimas -es un decir- en un santiamen.

Pese a eso, la película se aguanta porque va introduciendo un poco de chica en la trama y porque tiene el carisma de un actor como Smith, que hace el resto. Y es que estamos ante uno de esos casos en los que la estrella de la función salva la película de ser una gran decepción.

Y el resto del reparto está bastante correcto, aunque a Charlize Theron se la ha desaprovechado bastante, tanto como actriz como por su personaje, que podría haber dado mucho más juego. Jason Bateman está en su línea, aunque llega un momento en que su presencia queda ensombrecida por Smith y Theron.

Otra cosa que hubiera necesitado Hancock, aunque por ello se hubiera caído en el tópico, es un villano de peso, no ya con sus mismos poderes, pero si con algo más de interés que tres presos palurdos a los que Hancock atiza sin demasiadas complicaciones.


Así que en definitiva y a pesar de los pesares, Hancock es un a película que cumple -no sin cierta irregularidad- con su función de blockbuster.
Escenas donde el CGI es el rey, divertidas secuencias cómicas y un Will Smith en su salsa, hacen de la película un entretenimiento tan fácil de digerir como de olvidar.

Lástima que no fuera todo lo que los trailers prometían, ya que de ser así estariamos hablando de una película que nada tendría que envidiar a las recientes adaptaciones de la factoría Marvel. Lamentablemente, la idea ha quedado un tanto desaprovechada por querer darle más dramatismo a una historia que simplemente no lo necesitaba.


Lo mejor:
Will Smith y los primeros 45 min.

Lo peor:
un dramatismo metido con calzador


Valoración personal: Correcta

sábado, julio 19, 2008

Fire Inc. - "Nowhere Fast" (B.S.O. Calles de Fuego)

Hacía ya un tiempecito que un servidor no le dedicaba unas horitas a esta nostálgica sección. Así que qué mejor manera de volver a ella que trayendo uno de esos clásicos ochenteros que tanto me/nos gusta rememorar.
La elegida para la ocasión es “Nowhere Fast” de Fire Inc., un pegadizo tema de la estupenda banda sonora de aquella pequeña joyita que nos regaló, en 1984, el olvidado -y siempre revindicable- Walter Hill, titulada Street Of Fire (aka Calles de fuego, ¡perfectamente traducida!) y protagonizada por un supuesto actor prometedor, Michael Paré, y por una jovencísima y bellísima -como siempre- Diane Lane.


La canción


Fire Inc. fue una formación musical creada exclusivamente para la película de Hill, bajo la batuta del prolífico productor y compositor Jim Steinman. Él mismo escribió y produjo los dos temas que Fire Inc. interpreta: “Nowhere Fast”, el tema que nos ocupa, y “Tonight Is What It Means To Be Young”, la canción con la que concluye la película. En la misma, la actriz Diane Lane simula ser la cantante de estas canciones, pero realmente las portentosas voces que escuchamos pertenecen a Rory Dodd, Holly Sherwood y Laurie Sargent, habituales colaboradoras de Steinman.

El grupo jamás tuvo éxito más allá de estos dos temas dado que se creó solamente para aquella ocasión. Fue algo así como un falso grupo para poder firmar los temas de la banda sonora. De todas formas, Steinman creó, cinco años más tarde, una formación llamada Pandora's Box, que incluía a ocho miembros de Fire Inc.

Seguro que a algunos, estas canciones os recuerdan al particular estilo de Bonnie Tyler, y no es para menos teniendo en cuenta que Steinman fue el productor de muchos de los discos de ésta. De hecho, ese mismo año (1984), escribió y produjo el "Holding Out For a Hero” que popularizó la voz rota de Tyler y que se incluyó en la banda sonora de la mítica “Footloose”.
Por extraño que parezca, este mismo tema se incluyó también en la B.S.O. de Streets Of Fire pero firmada por Fire Inc. (pese a que ni aparecía en la película). Es más, las propias Dood y Sherwood ya habían colaborado en los coros de otros temas de Bonnie Tyler, como por ejemplo el “Turn Around”.
Por separado, Rory Dodd realizó la voz de fondo de varias canciones de Meat Loaf mientras que Holly Sherwood grabó coros para otros conocidos artistas como Billy Joel, Barbara Streisand o Kenny Loggins (sí!, el del Footloose)

El resto del álbum estaba compuesto por canciones tan ochenteras como el “I Can Dream About You” de Dan Hartman o la menos conocida “Sorcerer” de Marilyn Martin. Junto a estos, otros temas con un aire más cercano al rock'n roll de los 50-60, como son los dos temas de The Blasters, el “Blue Shadows” y el “One Bad Stud”.
La curiosa mezcla de estilos responde al estilo retrofuturista que se palpa en la película. Eso es, estética de los años cincuenta -con sus típicos Diners y su banda de moteros- fusionada con elementos más modernos.


La película

“Calles de fuego” fue el sexto largometraje de Walter Hill después de ganarse el favor de la crítica con magníficos títulos como “The Warriors” (genial homenaje a las tribus urbanas), “Forajidos de leyenda” (emulando al mejor Peckinpah) o “La presa” (la “Deliverance” de los ochenta).

Con un guión escrito conjuntamente por Larry Gross y el propio Hill, el director llevó a cabo esta, en su momento, vanguardista producción, mezclando distintos géneros (acción, western, musical) con absoluta destreza. Ese toque retrofuturista evocando a los mejores años 50, fusionado con el musical videoclipero tan característico de los 80 (recordemos, fueron los comienzos de la MTV), le daba un aspecto único al film. Incluso se podría decir que su ambientación desprendía un cierto aire a cómic (póster incluido)

Calles de Fuego es una fábula del rock'n roll, un film de héroes y villanos, de damiselas en apuros y de amores perdidos. Retrata a unos personajes tan estereotipados como cautivadores.
Es un film de acción con entidad propia que, aunque peque de tener una historia muy simplona, llega al espectador gracias al encanto de sus personajes y a sus fabulosos números musicales, algo inaudito en un film de acción. Una acción, eso sí, muy comedida (nada que ver con sus anteriores trabajos)

Si acaso, su gran fallo fue tener al soseras de Michael Paré como protagonista, ya que dicho actor carecía del carisma que el personaje de Tom Cody necesitaba (qué bien hubiera quedado ahí Kurt Russell!). Pero éste estaba tan bien dibujado que ni la insípida actuación de Paré podía echarlo por tierra.
Para el actor fue su oportunidad de saltar al estrellato cinematográfico después de participar en varias series de tv. Luego llegó “El Experimento Filadelfia” (otra buena película) y después de esta muchos papeles de secundario y muchos subproductos de acción. Y es que por mucho que se empeñasen, Paré era tan mediocre que ni con su agraciado físico pudieron convertirlo en el nuevo chico de moda de Hollywood. Otros ocuparon su lugar y él acabó desterrado a producciones de segunda y tercera división.

Otra joven promesa (y esta sí cumplió) era Diane Lane, actriz que debutó en Un pequeño romance junto a sir Laurence Olivier, quién dijo de ella que era la “nueva Grace Kelly”. Con semejante calificativo, estaba claro que Lane era un diamante en bruto aún por pulir.
Francis Ford Coppola
se fijó en ella y la contrató para tres de sus películas: “La Ley de la calle”, “Rebeldes” y “Cotton Club”. Con su experiencia en este último musical, Lane se anunciaba como la candidata ideal para interpretar a Ellen Aim en la nueva cinta de Walter Hill.

Y para el villano de la función nadie mejor que uno de los actores con más cara de malo que ha dado Hollywood: Willem Dafoe. El estadounidense volvió a subirse a una moto después de protagonizar “The Loveless”, film debut de la directora Kathryn Bigelow -aún no era esposa de James Cameron-, para dar vida a Raven Shaddock -hasta los nombres molaban-, la antítesis de nuestro héroe.

Y por allí también estaban el actor cómico Rick Moranis haciendo de pardillo tras su paso por “Cazafantasmas”, y la actriz Amy Madigan en plan marimacho antes de convertirse en la comprensiva esposa de Kevin Costner en la curiosa y ñoña “Campo de sueños”.

“Calles de fuego” se ha convertido por méritos propios en un film de culto -y de los buenos- gracias sobretodo a su banda sonora y la particular visión de su director. Vista hoy día sigue conservando el mismo encanto del primer día, aunque se nos antoje un film menor del director. Así que aquí os dejo el extracto de la película dónde aparece el “Nohwere Run” de Fire Inc., el tema que he rescatado para la sección “Canciones de cine”.

Disfrutádlo.

jueves, julio 10, 2008

Pliskeen en Scifiworld


Mi pasión cinéfila sigue creciendo y con ella mi afán por escribir sobre este maravillo -séptimo- arte. Es por ello que en estos últimos días he entrado a formar parte de Scifiworld, un site dedicado sobretodo al cine fantástico, de ciencia-ficción y terror (algo así como este blog), cargado de noticias, reportajes y demás información que seguro serán de vuestro interés.

Mis funciones como colaborador son la publicación de noticias y de artículos especiales. Lo segundo (los artículos) se harán en la medida de lo posible, dependiendo siempre del tiempo que un servidor disponga para realizarlos. Cuando éstos se publiquen, os lo notificaré a través de Amazing Movies con un post que incluya un enlace directo para que podais acceder al mismo.
Las noticias se quedarán exclusivamente en Scifiworld, ya que de momento no tengo pensado que formen parte de la rutina de este blog.

Scifiworld no solamente tiene presencia en la web sino que también se publica, mensualmente, un magazine (de tirada nacional - España) que podeis encontrar en cualquier quiosko. De momento mi presencia se limita a la versión on-line, aunque nunca se sabe... quizás en un futuro acabeis leyendo mis artículos publicados en la versión impresa (por soñar que no quede xD)

De momento, ya he publicado mi primera noticia (por algo se empieza), relacionada con el trailer de “Hell Ride”, una producción con sabor a serie B setentera que produce el señor Quentin Tarantino. El artículo viene firmado con mi nombre real, David Ribet, pero podeis seguir llamándome Pliskeen (o Serpiente xD). Es más, casi lo prefiero así.

Así que ya sabeis. Ahora me tendreis también en Scifiworld, por si mi presencia en Tu Blog de Cine no fuera suficiente xD. Eso sin contar “Diario de una mente perturbada”.

Espero que el dicho de “quién mucha abarca, poco aprieta” no me ocurra a mí, ya que siempre procuro poner todo mi empeño en cada cosa que hago, y esta nueva colaboración no podía ser menos.

Y dicho esto me despido hasta la próxima reseña.


Saludos

martes, julio 08, 2008

"Kung Fu Panda", Dreamworks golpea con fuerza

Dreamworks es ahora mismo la principal competidora de la magistral Pixar, algo que se refleja no sólo en la calidad de su animación -que no guiones- sino también en su poder de convocación en taquilla. Pese a que el resultado final de algunas de sus producciones deje un poco que desear, por lo general suelen tener buena acogida entre el público y, por consiguiente, logran una copiosa recaudación.

Año tras año, ambas compañías compiten para convertir sus films en los más exitosos de la temporada. Este año y aunque Wall-E tenga todas las papeletas de ser la gran triunfadora, podemos decir que “Kung Fu Panda” no se queda tan atrás como ha sucedido en otros años. Esta vez Dreamworks ha conseguido un film redondo para toda la familia y, probablemente y en opinión de un servidor, su mejor película de animación desde que se pasaron al 3D.


La película nos situa en la antigua China, concretamente, en el Valle de la Paz. Nuestro protagonista es Po, un orondo panda holgazán y patoso, pero de buen corazón (faltaría más!)
Po trabaja en el restaurante familiar como cocinero/camarero, pero su gran pasión -oculta siempre a los ojos de su exigente padre- es el kung fu. Obviamente, su deseo es dejar ese farragoso trabajo y convertirse en un gran maestro de ese arte marcial. Sin embargo, su nula formación, su torpeza y su gran tamaño, unidos al hecho de verse casi obligado a seguir la tradición familiar de encargarse del restaurante, hacen que ese sueño jamás se realice.

Un buen día surge la oportunidad que Po llevaba tiempo esperando. Un mal, encarnado en el temible leopardo Tai Lung, amenaza con romper la paz y la armonía del valle, y para hacerle frente, los maestros del kung fu deberán encontrar, según cuenta la profecía, al elegido que se convierta en el gran Guerrero del Dragón, el único capaz de hacer frente a cualquier enemigo.

Los maestros Oogway y Shifu, junto a sus discípulos, los llamados Cinco Furiosos -Tigresa, Grulla, Mantis, Víbora y Mono- organizan un evento para decidir qué luchador se convertirá en el legendario guerrero. Por supuesto, nuestro orondo panda no querrá perdérselo y acudirá a ver dicho acontecimiento, aunque por ello deba desatender sus tareas.

Una vez allí y debido a una serie de infortunios provocados por su propia torpeza, Oogway terminará eligiéndolo a él como el Guerrero del Dragón que andaban buscando. Tal nombramiento desagradará tanto al maestro Shifu como a sus cinco discípulos.

A partir de este momento, Po deberá demostrar que es algo más que un panda gordinflón, intentando ganarse la confianza de Shifu, el respeto de sus nuevos compañeros y haciendo honor a su condición de Guerrero del Dragón. Por supuesto, la cosa no será tan fácil como él imaginaba...


No hay duda que lo que da juego en esta película son las continuas meteduras de pata de Po y su ineptitud para aprender kung fu. La mayor parte del film somos testigos del aprendizaje del panda para convertirse en el legendario Guerrero del Dragón y lo mucho que eso le costará. Además, en un primer momento tendrá en su contra no ya su físico sino también a su propio entrenador, el maestro Shifu. Y tampoco es que a los Cinco Furiosos les haga mucha gracia que un novato venga a quitarles el honor de defender el valle, y menos después de estar años y años entrenándose a las órdenes de su maestro.

Ver a Po pegando saltitos y dándose de ostias es parte de su entrenamiento y motivo de las risas del espectador. Y es que si algo no falta en esta película, son las contagiosas risas.
Un humor simpático -sin caer en la zafiedad- nos hace reír a carcajadas, no ya por lo que hace Po sino también por lo que dice. Diálogos cuidados y en todo momento políticamente correctos nos sacan una sonrisa y hace que nos divirtamos junto al panda.

Además de eso tenemos también acción, más disfrutable de lo que uno podría pensar tratándose de un film de corte familiar. Con ello no quiero decir que ésta sea violenta sino que hay enfrentamientos y duelos gratificantes gracias a sus elaboradas coreografias. No olvidemos que esto es un film dónde el kunf fu es clave en la historia, y en ese aspecto es de agradecer que hayan sido respetuosos con el género, puesto que fácilmente podrían haber recurrido a la parodia. No es el caso.

Si hay que buscarle algo negativo al film sería que su historia nos suene a ya vista, y es que lo del pardillo que madura al lado de un maestro de artes marciales la hemos visto ya unas cuantas veces. Eso no quita que la película funcione a la perfección, sobretodo por su sencillez, que hace que la trama se desarrolle con facilidad y agrado. El ritmo no decae en ningún momento y la ahora y media se pasa en un santiamén.

El film acumula demasiados personajes como para poder desarrollarlos todos con esmero. A fin de cuentas, Po es el personaje principal y la piedra angular de la historia, por lo que los demás están ahí como complemento para enriquecer la trama y hacerla avanzar en algunos tramos. Con lo cuál tampoco es que sea un defecto que desmejore el resultado final.

Lo que aporta un plus a la historia son los valores positivos o moralejas que ésta infunda de manera sútil. Sin ser empalagosa, vaya.
Por un lado, está ese sentimiento de autosuperación que hace que Po se esmere con ganas y con constancia para conseguir convertise en el deseado guerrero; por el otro, tenemos el de la capacidad de decidir nuestro propio destino, la elección de ser quiénes realmente queremos ser y no quienes quieren que seamos los demás. Y por último, destacar también el rechazo a los prejuicios, y es que quién iba a decir que el patoso de Po iba ser el gran guerrero que andaban buscando... Nunca hay que fiarse de las apariencias ni juzgar a alguien por una primera impresión.

Todas estas virtudes, además de una banda sonora a cargo de Hans Zimmer muy acorde con la temática tratada, hacen de “Kung Fu Panda” un film de animación fresco y simpático, con pasajes realmente trepidantes, con algún momento que otro bastante emotivo y sobretodo con un humor dispuesto a sacarte una jubilosa carcajada. Todo un acierto de Dreamworks para el disfrute de toda la familia, y muy especialmente para el de los más peques de la casa, a los que seguro les gustará.

Puede que no alcance la maestría de los genios de Pixar, pero en esta ocasión se puede decir que ya les pisan los talones.


Lo mejor:
el humor y los duelos entre los personajes

Lo peor: lo tópico de la historia


Valoración personal: Buena