domingo, marzo 30, 2008

"Antes que el diablo sepa que has muerto", el lado oscuro del alma humana

La década de los noventa fue, quizás, la peor etapa de Sidney Lumet, director de clásicos indiscutibles como “Doce hombres sin piedad” (su soverbio debut) o “Tarde de perros”, entre otros excelentes títulos de su extensa filmografía.
En el 2006, la simpática “Declaradme culpable” (película con la que Vin Diesel demostró que era más que un tipo duro que suelta mamporros) parecía que nos deparaba el mejor Lumet, aunque finalmente quedó en tan sólo un intento. Nada desdeñable, eso sí.

Hoy podemos decir que con “Before the Devil Knows You're Dead” (título original que por una vez se ha traducido aquí correctamente) Lumet está, a sus 83 años, en plena forma.
Contando con un excelente reparto y con una trama mil veces vista, el director se marca un intenso y desgarrador thriller dramático cargado de mala uva y pesimismo.

La historia trata sobre dos hermanos de clase acomodada que pasan una mala época económica y deciden atracar la joyería de sus padres, contando que todo salga sin problemas ni imprevistos y el seguro se haga cargo de las pérdidas.
Desgracidamente, el a priori impecable plan no sale como era de esperar y lo que iba a ser un atraco de niños, se convierte en una horrible pesadilla para todos los implicados en él.

En un principio puede sonar todo al típico thriller de atracos que salen mal, pero nada más lejos de la realidad. Si bien es cierto que se mueve en las tesituras habituales del thriller, la reconstrucción de los hechos y la profundización en los personajes y sus motivaciones elevan al film muy por encima de la media.

Todo empieza con el día del robo, momento en el que observamos lo bien que empieza y lo mal que acaba. A partir de ahí y mediante un continuo recurso -más estético que estrictamente funcional- de saltos en el tiempo hacia delante y hacia atrás y viceversa, vamos descubriendo las terribles consecuencias que ocasiona el desastroso atraco a la joyería, y los personajes se van “desnudando” ante nuestra atenta mirada dejando al descubierto sus más bajos instintos, sus miedos, sus recelos, sus obsesiones, sus vicios... Todo aderezado con un ritmo pausado, una dirección sobría pero muy sugerente y un trío de actores que bordan sus respectivos papeles.

Hank (Ethan Hawke) es el hermano pequeño, divorciado y padre de una niña a la que hay que pasar una pensión de la que no puede hacerse cargo. Pasa el tiempo metido en el bar ahogando sus penas en alcohol y discutiendo con su ex-mujer por culpa del maldito dinero.

Andy (Philip Seymour Hoffman) es el hermano mayor -son tres, contando una hermana-, un hombre de negocios cansado de su trabajo y aburrido de su monótono matrimonio (con una Marisa Tomei bellísima a sus 44 años). Su vía de escape y su perdición: los chutes de heroína.

Ambos, por un motivo u otro, necesitan el dinero desesperadamente y por ello, Andy decide atracar la joyería de sus padres, contando con la ayuda de su hermano para ejecutar el plan.
La cosa parece sencilla dado que apenas hay vigilancia, conocen el sistema de alarma y desde dónde se acciona y detrás del mostrador tan sólo habrá una mujer de 67 años que no va a dar problema alguno. Sin embargo y como era de esperar, las cosas se truncan de mala manera y eso desencadenará una serie de nefastos acontecimientos que pondrán a los hermanos entre la espada y la pared. Cada paso que den para solucionar su situación no hará otra cosa que empeorarla. Cada mentira que digan se irá acumulando al montón de mentiras que ya carcomen su alma.
El diablo que todos llevamos dentro despertará en ellos como nunca antes lo había hecho. Andy y Hank descenderán a los infiernos de la culpa y el pecado.


Obviamente no voy a desvelar más detalles de la trama, siendo lo contando hasta ahora lo justo para saber que tipo de película tenemos delante.

El drama está por encima de todo. La degradación y desesperación de los personajes es lo que le da un valor añadido a una historia sencillla y tópica en ciertos aspectos.
El guión ata bien los cabos, aunque quizás no profundiza en algún personaje, como el que encarna Marisa Tomei, que queda en un segundo plano y que, a fin de cuentas, tampoco tiene una relevancia mayor que cierto conflicto que emplica a los personajes principales.

La labor de Ethan Hawke, Philip Seymour Hoffman y Albert Finney como el padre de los dos hermanos me parece impecable. Puede que de los tres actores el que más destaque sea el versátil Hoffman, pero todos están convicentes en sus respectivos roles, dándole el realismo y la expresividad necesaria que requieren sus personajes ante la dramática situación que están padeciendo.

Los secundarios también cumplen con su cometido, de modo que en el apartado actoral no hay fisuras de ningún tipo, como no las hay en el guión, cuyo rompecabezas se va resolviendo a medida que pasan los minutos, encajando las piezas con un sólido engranaje. Aunque como ya he comentado antes, quizás la parte relacionada con el personaje de Tomei esté un poco de más, aunque no molesta en absoluto (y menos con los desnudos gratuitos que ésta nos ofrece xD)
Y probablemente el romper la continuidad temporal de la historia a más de uno se le haga un tanto pesado, pero no deja de ser un mal menor.

“Antes que el diablo sepa que has muerto” es un película de ambición, venganza y traición. Dos horas del mejor Lumet.
Si vais con la inteción de ver “otra peli de robos” puede que os encontrais con algo que no esperabais, ya sea para bien o para mal.

"Ojalá estés en el cielo media hora antes que el diablo sepa que has muerto"
(Tradicional brindis irlandés)

Si quereis saber si los protas llegarán a tiempo, ya sabeis lo que teneis que hacer ;)


Lo mejor: que se aleja de la típica película de robos; su elenco principal y el tratamiento de sus personajes.

Lo peor: dos horas nos pueden parecer excesivas para algo que se puede contar en hora y media.


Valoración personal: Buena

jueves, marzo 27, 2008

Nos deja una leyenda: Richard Widmark

La Muerte no descansa nunca y esta vez se ha llevado a otra leyenda de la época dorada de Hollywood: el excelente y siempre impecable Richard Widmark.

El actor falleció el lunes a los 93 años de edad, según anunció ayer día 26 Susan Blanchard, su segunda esposa desde 1999. Widmark padecía una larga enfermedad que empeoró cuando unos meses atrás sufrió una fractura de vértebra.


Richard Widmark debutó en el cine de la mano de Henry Hatthaway en “El beso de la muerte” encarnando al cruel gángster Tommy Udo, interpretación que le valió un Globo de Oro al mejor actor revelación y una nominación al Oscar como mejor actor de reparto, estatuilla que finalmente recayó en Edmund Gwenn por su entrañable Santa Claus en “De ilusión también se vive”.

De la noche a la mañana y gracias a ese papel, Widmark se convirtió en toda una celebridad, y a partir de ese momento trabajó activamente en Hollywood durante las siguientes décadas hasta 1991, dónde realizó su última intervención en la película “El color de la ambición” de Herbert Ross.

Su carrera se vió especialmente marcada por encarnar a tipos duros con un lado afable y a villanos perversos, personajes con los que caló en el público e impresionó a la crítica. Decían algunos, que tenía la sonrisa de la hiena. Sus roles enternecedores y alejados de la violencia urbana no resultaron tan atractivos para los espectadores, de modo que fue alternando unos y otros para evitar encasillarse (algo que no consiguió del todo)

Pese a no lograr el estatus de superestrella como otros actores de su época, Widmark trabajó sin descanso -siendo especialmente fructíferos los años 40 y 50- alternando géneros como el western, el drama o el policíaco entre otros (destacar especialmente sus trabajos dentro del cine negro) y trabajando con algunos de los mejores directores de aquella era como John Ford, Elia Kazan, Joseph L. Mankiewicz, Don Siegel, Sidney Lumet o Robert Aldrich.

Nos deja pues, tras una larga vida vivida, todo un gran actor.


Descanse en paz.

viernes, marzo 21, 2008

“3:10 To Yuma” la llama del western sigue ardiendo

Pese a tener en su reparto a dos estrellas del mainstraim hollywoodiense y, en mayor medida, dos excelentes actores (ambas cosas no siempre andan cogidas de la mano), “3:10 To Yuma” sigue sin estrenarse en nuestro país aún después de la notable acogida -por parte de público y crítica- en su tierra natal. Parece que algunos proyectos, en particular los westerns, están malditos en nuestras carteleras; véase sino el fugaz paso por pocas de nuestras salas de cine de “El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford” o el no menos de un año de retraso en su estreno de “Enfrentados”.

Un género al que ya daban por muerto y que a día de hoy parece resurgir con nuevos y buenos aires, aún debe pelear duramente no sólo ya para hacerse un hueco en nuestras salas, sino por hacerse un hueco en los intereses del espectador. Por no hablar, obviamente, de la reticencia de los productores yanquis en dar salida a un género décadas después de la era dorada de éste.

James Mangold (Identidad, En la cuerda floja) es el responsable de esta revisión del título homónimo del artesano Delmer Daves (director que probablemente nunca figure entre los grandes del género -Ford, Hawks, etc-, pero que nos dejó un legado sumamente meritorio), y no sólo por su buen trabajo en esta producción merece ser felicitado, sino también por apostar por un producto diferente en una época en la que la industria en general se mueve impulsada por los designios del vox populi y las abultadas cuentas corrientes que estos les ofrecen.

En estos tiempos de abundantes y pudentes refritos supuestamente actualizadores, pocas veces podemos presenciar un buen remake, y doy fé con satisfacción que esta es de esas pocas. Quizás la mayor virtud de Mangold sea haber hecho una película de personajes y no de acción, y eso en una película de género (llámese terror, llámase aventuras o acción...) es muy pero que muy difícil de ver. En esta cinta, como ya digo, los personajes son la piedra angular de toda la historia y priman por encima de la acción que en ella se reproduce.

Dan Evans, un pobre y humilde ranchero de Arizona decide tomar parte en el traslado de un peligroso ladrón y asesino llamado Ben Wade, en favor de una recompensa que podrá liberarlo de la precaria situación económica en la que se encuentran él y su familia.
Para desgracia de Evans, la misión no será nada fácil, ya que hasta llegar a su lugar de destino deberá hacer frente no sólo a la banda de Wade -que pretenden rescatarlo cueste lo que cueste-, sinó también a implacables indios, a furiosos vengadores y en última instancia, a su propia moralidad, que será puesta a prueba en más de una ocasión.

A medida que la película avanza, vamos conociendo un poco más de Wade y Evans. Ambos son personajes totalmente opuestos, pero empiezan a desarrollar una extraña relación de respeto mútuo, especialmente de Wade hacia Evans. Sus convicciones son bien distintas, pero las mismas los han llevado a cruzarse en el mismo camino, para bien o para mal.

Para Evans, es una manera de hacer algo por su familia y de demostrar a todos y muy especialmente a su hijo mayor, que es un hombre valiente además de honrado. Aún estando tullido por culpa de la guerra, es capaz de llevar a cabo tan peligrosa misión sin pestañear.

Para Wade, tal como iremos viendo según avance el metraje, será una especie de camino hacia cierta -que no completa- redención. La inusitada integridad de su captor (Evans) le hará plantearse algunas cosas, aunque eso no quiere decir que abandone sus propósitos, ya que por encima de todo ansía la libertad. Wade, a diferencia de sus impulsivos compinches, es un hombre sereno y calculador, con dotes de líder y con la mano más rápida de todo el far west.


Juntos toman rumbo al tren de las 3:10 que da título a la película. Para sobrevivir al duro trayecto deberán ayudarse mutuamente, sin que por ello cambien sus objetivos primordiales: los de uno, cumplir con la misión y cobrar la recompensa; los del otro, escaparse y proseguir con sus fechorías.

Ni que decir que los dos actores cumplen de forma impecable con sus respectivos roles. Es evidente que a Crowe le ha tocado el personaje más agradecido (a diferencia de “American Gangsters”, donde éste recaía en Denzel Washington...ya se sabe, los malos siempre molan más), pero eso no le hace quedar por encima de Bale, ya que ambos rinden a un mismo nivel independientemente de sus personajes. Claro que el carácter de Evans puede que se nos antoje devaluante para las más que demostradas capacidades de Bale ante la cámara, pero haciendo caso omiso de ello, podemos comprobar que tanto Crowe como Bale se comen al resto del reparto y llenan la pantalla cada vez que la comparten. Su química es excelente, lo cual era necesario para que la película funcionase.

También destacaría la labor de Ben Foster como la mano derecha de Crowe y que es, sin duda alguna, el más psicópata de la banda. Es recomendable verla en v.o., ya que su voz es bastante más amenazante que la de sus habituales dobladores españoles.
Ahora bien, el muchacho corre el peligro de encasillarse (sino lo ha hecho ya), con lo que no estaría de más que aceptara roles bien distintos para sus futuros proyectos.

El veterano Peter Fonda también se pasea por la película haciéndonos olvidar su ridícula presencia en aquel engendro llamado “Ghost Rider”. Y Logan Lerman como el hijo de Bale/Evans realiza también un papel correcto.

Por lo demás, mencionar una banda sonora de Marco Beltrami muy acertada y unas secuencias de acción rodadas con oficio, si bien no tan espectaculares como las que nos brindaban Walter Hill o Sam Peckinpah (y no vengo a referirme al uso de la cámara lenta, que conste)

Un buen western, con profundidad en sus personajes y con suficientes dosis de acción y buen cine como para que sus dos horas se nos pasen volando sin que apenas nos demos cuenta.

Recomendada para los amantes del género y para los que aún quieran descubrirlo.


Lo mejor: Bale y Crowe y su excelente compenetración; el vibrante tramo final.

Lo peor: que el tullido de Evans se desenvuelva con facilidad en todo tipo de situaciones.


Valoración personal:
Buena

sábado, marzo 15, 2008

Gerard McMann - "Cry Little Sister" (B.S.O. Jóvenes Ocultos)

A raíz de la innecesaria -y a juzgar por el reciente trailer, indecorosa- secuela de aquella cinta del irregular Joel Schumacher titulada “The Lost Boys” (aka “Jóvenes Ocultos”), he decidido rescatar la estupenda canción que abría la película para esta sección remember que escribo para Tu Blog de Cine (en el que, como algunos ya sabreis, también publico mis críticas).
De esta manera, pretendo rendir un pequeño homenaje a una película que se ha convertido, para muchos, en un indiscutible clásico ochentero.


La música


El magnífico tema “Cry Little Sister” es parte de la banda sonora de mi vida y es básicamente el single referente de la ya de por sí recomendable B.S.O. de la cinta de Schumacher.
Fue compuesto originalmente por Gerard McMann, también conocido como “G Tom Mac”, aunque a menudo su autoría se adjudica erróneamente al grupo de rock góthico Sisters of Mercy, los cuales, al parecer, hicieron una versión de dicho tema.
Curiosamente, la versión de McCann utilizada para la película difiere un poco de la que posteriormente se editó en el álbum de la B.S.O., ya que al iniciarse la película, lo que se potencia son los enérgicos coros y la música de fondo pero sin incluir la voz masculina principal.
De todas formas, en una edición doble del disco, sí se encuentran ambas editadas junto con el resto de score ,que corrió a cargo del compositor Thomas Newman (American Beauty, Buscando a Nemo)

Pese al eficaz -aunque funcional- trabajo de Newman, la banda sonora destaca sobretodo por las comerciales canciones que en ella se incluían. A la citada “Cry Little Sister”, hay que añadirle el “Good Times” que hicieron los INXS junto al rockero Jimmy Barnes; la versión de Roger Daltrey del “Don't Let the Sun Go Down on Me” de Elton John; y mis preferidas: el “Lost In The Shadows” de Lou Gramm (vocalista de los Foreigner) y el honorable cover que hizo Echo and the Bunnymen del “People Are Strange” de The Doors (que grandes eran los Doors!).
Como curiosidad, decir que además aparece un póster de Jim Morrison (líder de los Doors, para el que no lo sepa) en la guarida de los vampiros liderados por Sutherland.


La película

Producida por Richard Donner -quien en un principio iba hacerse cargo de la dirección antes de decantarse por “Arma Letal”- y dirigida por un inspirado Joel Schumacher, “Jóvenes Ocultos” supuso el renacer del subgénero vampírico en el cine en una época en la que los chupasangres no gozaban de su mejor momento (salvo honorosas excepciones, claro). La película fue todo un éxito en EE.UU., aunque aquí en España no causó mucho revuelo hasta un tiempo después, cuando adquirió el calificativo de “película de culto”.

La cinta reinterpretava y modernizaba el mito del vampiro mediante unos jóvenes pandilleros juerguistas, ataviados con cazadoras de cuero y gafitas de sol, que asolaban la costa de Santa Carla con sus gamberradas y sus festines nocturnos. Entre ellos destacaba su líder David, encarnado por un jovencito y rubiales Kiefer Sutherland, que lucía además un mullet típico de los 80 (véase sino a los Spandau Ballet o al mismísimo MacGyver), unos afilados colmillos y una cara de psicópata que atemorizaba hasta al más chungo del barrio.


Sutherland hizo buenas migas con Schumacher, por lo que volvieron a colaborar juntos en “Línea mortal” y en las notables “Tiempo de matar” y “Última llamada” (aquí en un breve papel).
Su carrera siempre ha estado plagada de altibajos y nunca ha conseguido la fama que sí la ha otorgado la tv gracias a la serie “24” (aunque también formaba parte del reparto de la mítica Twin Peaks)

El bueno de la película era Jason Patric, amiguete también de Sutherland (antes de quitarle la novia...Julia Roberts) y que había debutado un año antes en el cine con “Guerreros del Sol”, película de ciencia-ficción en la que también coincidía con la chica de esta película, Jamie Gertz.
A Patric tampoco es que le fueran mejor las cosas en el cine, aunque yo particularmente destacaría las que creo, son sus dos mejores películas: “La bestia de la guerra” (recomendable y olvidado film bélico) y “Sleepers”.

Por su parte, la guapa Jamie Gertz, que parecía que se iba a comer el mundo, acabó relegada a papeles secundarios y baratos telefilms, siendo “Twister” su última y más destacada aparición en un proyecto importante de Hollywood. Como curiosidad, volvió a coincidir con Sutherland un par de años después (1989) en una película de acción -del montón- titulada “Dos renegados”.

Y no podemos dejar de hablar de los dos Coreys más famosos de aquella época. Dos jovenzuelos que pululaban por toda película juvenil que cayese en manos de sus representantes.

Uno era Corey Feldman, que con pocos años ya contaba con dos éxitos en su filmografía: “Los Goonies”, genial cinta de aventuras y todo un clásico de la época, y “Cuenta conmigo”, un conmovedor drama juvenil que adaptaba una obra de Stephen King y en la que Feldman coincidía también con Kiefer Sutherland (que pequeño es el mundo!)

Y el otro era Corey Haim, ídolo de las adolescentes de los ochenta y que antes de “Lost Boys” llevaba ya a sus espaldas varios papeles de secundario y algún que otro de protagonista.
Con Feldman coincidió un año más tarde en la comedia “Papá Cadillac”, vehículo para el lucimiento de Haim, más que de ambos. Pese a otros encuentros posteriores (show televisivo incluído), se puede decir que la mejor película que los unió en pantalla fue la vampírica cinta de Schumacher.

Ya sabemos todos como acabaron los Coreys tras ser seducidos por las drogas y el alcohol (si es que en Hollywood no se puede ser un niño prodigio...)

Con sus modestas pretensiones y gracias a una hábil y simpática mezcla de terror y comedia, “Jóvenes ocultos” se ha convertido por méritos propios en una de las más recordadas películas de vampiros de los ya lejanos ochenta, junto a “Noche de miedo” (estrenada en el 85) y “Los viajeros de la noche”.
Su estética ochentera podría antojársenos hoy desfasada, pero para los nostálgicos sigue siendo un film tan fresco como el primer día. Posteriores películas han bebido de su imagen del vampiro (recordemos: chupas de cuero y gafas de sol)

La juventud eterna de aquellos “chicos perdidos” (cual Peter Pan vampirizado) es parte ya de la memoria cinéfila de un servidor. Y para la posteridad, ahí queda esta frase:

"Tio, te has convertido en un vampiro. Mi hermano es un jodido vampiro... verás cuando se entere mamá"

Como siempre, os dejo con un video con la canción del post, cuyas imágenes además resumen la película (absteneros pues los que no la hayais visto)


sábado, marzo 08, 2008

“10.000” una clase de anti-historia

Debo admitir sin reparo alguno que he disfrutado y mucho con la primera etapa americana de Roland Emmerich. Películas como “Stargate” (su mejor film) o la incomprendida e infravalorada “Independence Day” (entretenidísimo y espectacular homenaje a la ci-fi de los años 50) son películas de estricto corte comercial con las que un servidor ha gozado plenamente en un cine (sensación que actualmente me ocurre una o dos veces al año... y eso con suerte)

Emmerich es un director que se ha caracterizado por poner patas arriba la ciudad de Nueva York en concreto, y EE.UU. -y el mundo- en general; bien sea con invasiones alienígenas, enormes bichos producto de la mutación o catástrofes climatológicas. Viene a ser algo así como el sucesor de Irwin Allen (especialista en cine catastróficio y fantástico en los años 60-70).
Esto, entre otras cosas, le ha hecho ganarse muchísimas críticas por cierto patriotismo que destilan sus producciones. Sin ir más lejos, la citada “Independece Day” es machacada casi única y exclusivamente por ser considerada una americanda, cuando en verdad, no es más que una mirada irónica al poder militar y político yanqui (almenos algunos la entendemos así)

El patriota” ya lo dice todo con su título. Es lógico encontrar patriotismo en una película americana sobre la Guerra de Independencia Americana (puede ser más sútil o menos, eso sí). Criticar negativamente la película por esa vía no me parece justo. Prefiero valorar si me entretuvo satisfactoriamente o no como producto comercial que era.

A veces el patriotismo apesta tanto que afecta negativamente una película, pero tratándose de films de banal entretenimiento, no creo que sea algo demasiado relevante. También es cierto que hay cierto sector del público (y la crítica) que a la mínima aparición de una bandera americana ya echan pestes. Pues lo mismo podrían decir los americanos de nuestras “españoladas”. Habría que ser un poquito más permisivo con según que películas. Otra cosa sería que estuviésemos hablando de dramas bélicos con pretensiones educativas/históricas.


Las primeras críticas hacia “10.000” apuntaban negativamente por usar el inglés en plena prehistoria, pero es que así muchas otras decenas de películas ambientadas en épocas y lugares distintos en los que se habla perfectamente inglés (o español cuando la cinta en cuestión se dobla para nuestro país). Si nos cargamos esta película por usar el inglés, entonces nos cargamos por lo menos 30 o 40 años de cine, salvándose pocas películas como “Apocalypto” de Mel Gibson o “En busca del fuego” de Jean Jacques-Annaud.

La última película de Emmerich tiene el suficiente cúmulo de despropósitos como para ser atacada por vías menos obvias como el lenguaje o el patriotismo yanqui. De echo, de lo último poco hay, salvo que entendamos por patriotismo el soltar un discursito antes de una batalla (cosa que también hacen en “Braveheart”, “Gladiator” o “300”)


Así pues, empecemos primero por sus defectos más destacables, que son casi innumerables.

10.000” es una película que se pasa por el forro cualquier rigor histórico. Eso es algo apreciable ya desde el mismo trailer. Hay tal mezcla de culturas, étnias, animales y ecosistemas en un mismo espacio y época, que hasta un niño de la E.G.B. se sonrojaría.
Personalmente, eso es algo que no me importa en exceso, pues lo que andaba buscando era puro espectáculo. Teniendo en cuenta la no veracidad de los hechos, podriamos suspender muchas otras películas (Gladiator, Bravehart o Elizabeth: la edad de oro, son las primeras que me vienen a la cabeza)

Lo lamentable de veras es la caracterización de la tribu protagonista.
Los pelucones a modo de rastas cantan a leguas; su suciedad es superficial, limitándose a cuatro manchas en la cara y uñas con roña, pues por lo demás poseen barbas y perillas perfectamente depuradas y unos dientes blancos como la leche.

Apenas sufren las inclemencias del tiempo y van de una montaña nevada a un caluroso desierto con suma facilidad y rapidez, encontrándose una civilización tras otra, una tribu tras otra. No esta muy claro si siguen en el mismo estracto de tierra o si se encuentran dando tumbos por Port Aventura.

La humanidad y el sentido del honor que sienten algunos de los animales prehistóricos de la cinta es abrumadora. Tanto que el protagonista podría pasar por una nueva versión de “El señor de las bestias”. Aquí se dan cita (enormes) dientes de sable perdonavidas y mamuts domesticados como si de mulas se tratara.

La historia en sí es simplona, lo cual no quiere decir que por ello la película deba ser mala. Quizás el problema haya sido el no aprovechar esa simpleza.
Mientras que Mel Gibson con un guión que cabría en un servilleta de papel hacía de “Apocalypto” una película de la que se respiraba aventura y diversión por los cuatro costados, Emmerich con su “10.000se queda a medio gas en todo.

Sus personajes no son lo heroicos que debieran ser (falta de carisma por parte del prota). La cansina voz en off y una banda sonora deudora de Hans Zimmer no son suficientes para transmitir la emoción necesaria para que las secuencias de acción sean realmente épicas. A parte de que estas secuencias saben a poco...
El primer ataque al poblado lo hemos visto en otras películas y de mejor forma. No le llega, por ejemplo, ni a la suela de los zapatos a la de “Conan el bárbaro”. Incluso “Pathfinder” le da mil vueltas en ese aspecto.
El encuentro con unos gigantonas aves se resuelve con mucha confusión, y a la escena final (¿plagio de “300”?) le falta fuerza.

Hablemos además de que la historia resulta ser un cúmulo de profecias que desembocan en un final de lo más inverosímil y fantasioso, sólo superado por el insultante final de “La liga de los hombres extraordinarios”, y que Camilla Belle es una "actriz" sosa de cuidado (es que ni propinándole unos latigazos le cambia la expresión de la cara)

Con todo ello, podemos llegar a la conclusión de que no vale la pena malgastar el dinero de una entrada en semejante disparate. Y quizás sea así, si uno no se la toma a broma.

Desde luego yo he salido bastante decepcionado, incluso después de haber leído duras críticas que redujeron mis expectativas hacía ella.

Como punto a favor podemos decir que, al fin y al cabo, resulta entretenida si uno no pone reparos a los errores que se dan cita en ella (y si lo hace, puede tomárselo con humor y echarse unas risas). Ignoro si será suficiente motivo para atraeros al cine, pero yo de vosotros me lo pensaría dos veces. Ni siquiera los efectos especiales son suficientemente atractivos, pues el reducido presupuesto (75 millones de dólares) sólo ha dado para unos mamuts impecables, mientras que el resto resulta un tanto bochornoso (véase el dientes de sable o la caída de la punta de la pirámide)

Creo que esta vez Emmerich la ha vuelto a pifiar. No me parece peor que “Godzilla”, pero está muy por debajo del resto de su filmografía (para quien lo considere un mal director esto último puede no significar mucho xD)


Lo mejor: los mamuts

Lo peor: Camilla Belle; el inverosímil final; la nula emoción que transmite.


Valoración personal: Regular (pese a todo lo dicho)

martes, marzo 04, 2008

"Seraphim Falls", perseguidos por su pasado

Bajo el título de “Enfrentados”, se estrena este mismo viernes un atípico western que parecía que nunca llegaría a nuestras carteleras. En él se dan cita dos actores que no han parado de trabajar en estos últimos años, aunque ninguno ha conseguido un éxito rotundo como absoluto protagonista.
Ellos son Liam Neeson en el papel del Coronel Morsman Carver y Pierce Brosnan que encarna a Gideon.

La historia nos situa tres años después de haber cesado la Guerra Civil Norteamericana. En este contexto situamos al Coronel Carver, un hombre que, en busca de venganza, decide contratar a varios hombres para que le ayuden a capturar al tal Gideon.

A través de nevadas montañas rocosas -que recuerdan a la sobresaliente “Las aventuras de Jeremías Johnson“- dan por fin con el misterioso hombre, pero al hacerlo se dan cuenta que capturarle no va a ser tan fácil como parecía, pese a que ellos le ganen en número y vayan mejor armados.
Así pues se iniciará una persecución sin tregua que se extenderá hasta los desiertos más áridos y polvorientos del viejo oeste, cruzando valles de peregrinaje, topando con variopintos personajes y dejando un reguero de sangre tras de sí.


Nada más empezar la película ya somos testigos del inicio de la caceria, prescindiendo así de inncesarios preámbulos que aquí, del modo en el que se nos cuenta la historia, no resultan necesarios.
Todo lo que sabemos es que un grupo de hombres capitaneados por Carver van detrás de Gideon, un sujeto con el que el coronel tiene una cuenta pendiente que desconocemos.
Gideon desconoce por completo quien anda detrás de él, pero tampoco tiene intención de detenerse para averiguarlo. Su único preocupación es salvar el pellejo sea como sea, huyendo de sus perseguidores como reacción inmediata o enfrentándose a ellos si, en algún momento dado, no le queda otro remedio.

Sería lógico pensar que una historia tan lineal como ésta no aguantaría las casi dos horas de metraje que dura la película. Sin embargo, el debutante David Von Ancken (experimentado en el campo televisivo con series como The Shield, Numb3rs o Sin rastro) consigue llevar la historia con buen pulso a lo largo de estos largos y aprovechados minutos, mostrando con crudeza y libre de efectismos el juego del gato y el ratón que mantienen nuestros dos protagonistas.
Anckon recurre a un ritmo pausado pero sin concesiones que no se quebranta gracias a que mantiene la mirada fija en los personajes principales, sin desviarse hacia subtramas que no interesarían lo más mínimo y que a menudo y en otras películas, suelen ser un estorbo en la trama principal.

Aquí lo que importa es el avance de la propia caza e ir conociendo las motivaciones que impulsan a Carver a perseguir a Gideon sin que nada ni nadie le detenga.
¿Que justificación puede tener el ir en busca de un sólo hombre sacrificando la vida de otros por el camino? ¿Cuál es ese odio latente que ciega la cordura de un hombre y enfría su corazón hasta el punto de que la venganza sea el único motivo por el que vivir?
Ese pequeño misterio que encierra la película se nos va revelando en cuentagotas a modo de breves flashbacks. Obviamente, el tramo final nos depara un único flashback esclarecedor mediante el cuál conocemos el pasado que guardan ambos rivales y el motivo que los ha llevado a ser enemigos hasta la muerte.

El cara a cara final es lo que uno lleva esperando toda la película y su desenlace no podría ser de otra forma en relación al dilema moral que se plantea. Claro que opciones siempre hay varias y quizás algunos se hubieran decantado por otro tipo de conclusión.


Un servidor queda complacido del modo en que todo termina, aunque bien es cierto que en esos últimos minutos parece que el film vaya a tomar un rumbo metafísico que parece hacer peligrar el logrado tono áspero y nihilista del resto. Aunque no voy a desvelaros nada, vengo a referirme al más bien prescindible personaje que interpreta Angelica Huston y que resulta chocante, a la par que superfluo, cuando hace acto de presencia. No hay duda que se podía llegar al mismo final quitando esa parte, aunque por suerte no es lo suficientemente molesta como para empeñar el resultado conseguido por Anckon y por la muy buena labor de su reparto.

Sobre esto último, resaltar una muy acertada interpretación de Pierce Brosnan, demostrando una vez más que hay vida después de Bond.
Sobran las palabras para el sobrio y siempre efectivo Liam Neeson.

El resto de actores no son más que simples peones que irán cayendo en medio de la encarnizada lucha que mantienen Gideon y Carver, aunque si cabe resaltar a alguno en especial, ese sería Michael Wincott.


Parece que el western vuelve a tener un hueco en nuestras carteleras, lo cual me alegra, pues parecía que se había quedado anclado a mediados de los noventa y que no había forma de sacarlo de ahí (algún film puntual como la infravalorada “Open Range” vaticinaba algo que se ha hecho derrogar bastante tiempo)
Esta resurrección de sus propias cenizas de momento trae consigo interesantes westerns como el que nos ocupa, que si bien en este caso no la consideraría una gran película, sí me deja un muy buen sabor de boca que me hace tener de nuevo esperanzas en un género que pese a lo poco que se prodiga, lo hace por lo menos con dignidad.

Advierto eso sí, que los que vayan esperando una versión de “Acorralado” en el far west que se quiten esa idea de la cabeza. Esta es una película de venganza y redención, de dos hombres atormentados por un pasado que quieren olvidar. Hay acción y poco diálogo (el justo), pero eso no quiere decir que uno se vaya a pasar dos horas de acelerada persecución con tiros y más tiros.

Recomendada especialmente los que no tengan prejuicios ni hacia el western ni hacia Brosnan.


Lo mejor: un ritmo pausado que no decae; un Brosnan y un Neeson que soportan el peso de toda la película.

Lo peor: la inclusión del personaje de Angelica Huston (aunque ella esté muy bien, como siempre)


Valoración personal: Buena